EL ÉXODO
Lo cuenta Alejandro Marvizón: Lo increíble fue cuando se entretuvo al entrar, para deleite de todos los sevillanos y macarenos, con sus marchas una detrás de otra, parones, giros de 360 grados, entrada en el arco y varias saetas larguísimas y muy bien cantadas, cuando cantamos su himno todos llorando a la par de su marcha maravillosa, cuando al cruzar el dintel de su puerta, sonando el himno nacional, dejándonos desolados por su final, el cielo volvió a cerrarse y comenzó de nuevo a llover, o el cielo a llorar, y nosotros al ver la gotas de lluvia sí que rompimos a llorar aún más si cabe. Fue como cuando a Moisés se le abrieron las aguas del Mar Rojo y al pasar y salvar a su pueblo volvieron a cerrarse. No sé, creo que estábamos en la Gloria misma y Ella lo disponía todo a su antojo, y a mí esta noche se me antoja eterna y celestial. Seré un sentimental, pero no creo que nada de esto fuese casualidad.
