Algo de historia.
Avanzada la segunda mitad del siglo cuarto, en medio de las dunas de Numidia (antiguo nombre romano de la Argelia más o menos de hoy) acontece una revelación, meritoria de crédito o no. Refiere la leyenda que el joven San Agustín es iluminado por un Ángel, quien lo llama a labrar la figura de una virgen. Imagen a venerar en sus plegarias y oraciones. La talla debía ser en madera de la región y reproducir la tez negra de los nativos.
San Agustín fue ordenado sacerdote en el año 391 y en el 395 se le confiere el episcopado de Hipona (Annaba, vital puerto del oriente argelino), cargo que el Obispo desempeñaría hasta su fallecimiento en el 430. Es considerado entre los grandes padres de la Iglesia y eminente doctor en teología cristiana.(1)