EL DISCURSO MÁS DIFÍCIL
No quisiera estar en el papel -nunca mejor dicho- de quien tiene que escribirle -le habrá escrito ya- el discurso de Nochebuena al Rey. Y me refiero al escribano solamente, pues me temo que los personajes institucionales, sean ya los que sean, han perdido la capacidad de un mínimo de auténtica y sincera preocupación por nosotros. Desde nuestras posiciones de sufridores ciertos y verdaderos de la crisis, les suponemos a veces en una sensibilidad de la que carecen. España ya no tiene gobernantes, tiene apisonadoras de ciudadanos, una política despiadada y cruel de caiga quien caiga, que favorece un suicidio colectivo en el que las cuentas están condenadas a fallar más que el calendario maya. Rajoy es un visionario peligroso -como todos los visionarios-, un empecinado en seguir provocando una cascada caótica de errores, despeñando poco a poco a un país entero, salvando, claro, a los que como él han trincado la poltrona de un cargo político.
