Los veleros con los que la Universidad de Cádiz participa en la Regata del Cincuentenario, el Tartessos y el Urubamba, navegan rumbo a Lisboa adonde está previsto que lleguen el 20 de julio después de pasar diez días navegando desde Saint Malo.

La salida de Saint Malo se vio afectada por la niebla, dificultando la visibilidad y desmereciendo el espectáculo de salida de los barcos, siguiendo a esto veinticuatro horas de calma que no ayudaron en el avance de la Regata. La tarde del viernes 14 de julio ambas embarcaciones navegan cerca de las costas de La Coruña, y el tiempo no acompaña con viento de treinta nudos del nordeste y olas de cinco a seis metros.

Juan Carlos Arjuna, armador del Urubamba y antiguo alumno de la UCA, ha manifestado sentirse muy orgulloso de los jóvenes que le acompañan en el barco, ya que sus progresos en navegación son diarios. También confiesa haberse sentido muy arropado por los anfitriones franceses en Saint Malo y “aunque la organización del puerto ha sido algo deficiente, sobre todo en el suministro de luz y agua, el aspecto humano y cercano de la gente local ha compensado los problemas”. Destacar que el Urubamba ha sido felicitado por los inspectores de la organización por ser un velero, que no sólo posee tecnología punta, sino que lleva más allá de lo establecido, en reglas generales, la seguridad marítima.

En Saint Malo ha embarcado en el Urubamba la joven de 22 años Nolwene, profesora de esgrima aficionada a la vela que les acompañará durante la Regata hasta el puerto de Cádiz. Como anécdota, señalar la ocurrida con el Tartessos cuando, con mar tranquila y niebla, a las ocho de la mañana decide darle el encuentro al gallego Marineda en una coordenada rumbo a Saint Malo. Cuando estaban cerca el uno del otro y como no existía mucha visibilidad, decidieron comunicarse entre ellos recurriendo a las campanas. Miembros de la tripulación cuentan que experimentaron una sensación increíble al poner los veleros al encuentro a través del sonido de las campanas y ver en ese momento un tiburón de casi cuatro metros entre ambas embarcaciones.

Todos los miembros de los dos barcos gaditanos coinciden en que ésta es una experiencia maravillosa que les ayuda a aumentar, si cabe, su pasión y amor por el mundo marino. Piensan que es una mezcla de experiencias, entre marinos mercantes, militares y deportivos, “todos en armonía oficiando la solidaridad de todas las fronteras lingüísticas, culturales y sociales, un intercambio de experiencias entre los ya formados y los que están aprendiendo, combinando el viejo saber cronológicamente con la tecnología más avanzada” .