Benedicto XVI cumple hoy 100 días como Papa, un tiempo durante el cuál se ha esforzado por mostrar que durante su Pontificado desea tender unos puentes de especial amistad con el resto de religiones, pero también subrayar la ortodoxia de la fe católica.
Han sido 100 días difíciles por muchos motivos, según reconoció el propio Pontífice hace unos días.
El primer reto al que se debía enfrentar el otrora cardenal Ratzinger era suavizar ante la opinión pública la imagen de ultraconservador que se había granjeado durante años como prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe.
Pese a ello, no ha ocultado sus ideas, condenando el aborto y los matrimonios homosexuales, como ya había hecho Juan Pablo II. Y hoy mismo defendió la vigencia del papel de la fe para toda la Humanidad.
El segundo desafío, pero quizás más importante, era y sigue siendo tratar de estar a la altura después de los 26 años de Pontificado de Juan Pablo II, un predecesor por el que ha manifestado su admiración en varias ocasiones.
El pasado 19 de abril, en sus primeras palabras desde el balcón de la Basílica de San Pedro del Vaticano, Benedicto XVI reconocía la gran herencia dejada por el polaco Karol Wojtyla: "Después del gran Papa, Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un sencillo, humilde, trabajador en la viña del Señor".
"Me parece sentir su mano fuerte que estrecha la mía, me parece ver sus ojos sonrientes y escuchar sus palabras que en este momento se dirigen particularmente hacia mí: '¡No tengas miedo!' , recordó al día siguiente en su primer "mensaje" desde la Capilla Sixtina.
Desde el primer día, el nuevo Papa ha querido seguir la estela de Juan Pablo II y ha apostado por acercarse a todas las confesiones religiosas, especialmente al Islam y al Judaísmo. Sin embargo, muchos analistas creen que lo tendrá difícil respecto a esta última.
Benedicto XVI condenó recientemente, en los términos más duros, los atentados terroristas del 7- J en Londres y los de Sharm el Sheij (Egipto) del pasado fin de semana. Sin embargo, se dejó en el tintero los perpetrados en los últimos tiempos por radicales palestinos contra Israel. El Santo Padre hizo una condena general y no citó explícitamente los ataques suicidas de Netanya, en los que fallecieron cinco israelíes.
Ello motivó que el Gobierno israelí convocase este lunes al enviado del Vaticano en este país para manifestarle su indignación. "El Papa no condenó deliberadamente los terribles ataques terroristas que sucedieron en Israel la semana pasada. Esperábamos que el nuevo Papa, que al asumir sus funciones destacó la importancia que le daba a las relaciones entre la Iglesia y la población judía, se comportara de manera diferente", reflejó una declaración del Ministerio israelí de Asuntos Exteriores.
Poco después, el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, emitió hasta dos comunicados en los que venía a aclarar que el Papa se había referido expresamente a los atentados "de los últimos días".
"Es sorprendente que alguien haya querido aprovechar la oportunidad para tergiversar las intenciones del Santo Padre. Obviamente, el otro ataque grave de la semana en Netanya mencionado por Israel entra dentro de la condena general e incondicional del terrorismo", manifestó.
Y es que ser Papa es una labor difícil, en la que se torna complicado contentar a todas las partes. "En cierto sentido, sí es difícil" ejercer de Papa, reconoció esta misma semana. "No había pensado nunca en este ministerio, pero la gente es tan buena conmigo y me sostiene", agregó.
Benedicto reconoció que seguía familiarizándose con su cometido y Navarro- Valls pidió que no sea juzgado solamente por lo hecho en sus primeros 100 días, recordando que los Pontífices, al contrario que los políticos, no son elegidos para mandatos de cuatro o cinco años.
Pero todo indica que la prueba más dura la tendrá a su regreso de las vacaciones, cuando a mediados de agosto presida el Jornada Mundial de la Juventud en Colonia (Alemania). Allí tendrá que "ganarse" a la juventud, fiel seguidora de Juan Pablo II desde su nombramiento un 16 de octubre de 1978.
En sus primeros 100 días, Benedicto XVI ha protagonizado también episodios anecdóticos, desde condenar los libros del mago Harry Potter - por "distorsionar la cristiandad en el alma"- hasta pedir un piano para "relajarse" durante sus vacaciones estivales en el valle de Aosta, a las que puso fin hoy mismo.
Sin embargo, también ha trabajado en sus días de descanso, dedicándose a terminar un libro, preparar la que será la primera encíclica de su Pontificado y ultimar los discursos que pronunciará en Colonia.
Al resumir los primeros 100 días de Pontificado, el vaticanista Marco Tosatti, corresponsal del diario turinés 'La Stampa', afirmaba: "Se mueve con paciencia, prudencia y delicadeza, pero se mueve y hace mucho más de lo que percibimos".