
Hace poco pude ver en televisión un episodio muy significativo de "Crímenes Imperfectos" (La Sexta).
En él se contaba la historia de un matrimonio modélico americano, novios desde siempre, con bebé incluido y felicidad conyugal demostrada y manifiesta en todos los actos y eventos a los que la envidiada pareja (él médico, ella ama de casa) asistía frecuentemente.
Ella era voluntaria de todo tipo de fiestas de caridad, colectas y reuniones sociales a favor de los más desfavorecidos de su pequeño pueblo. Una pareja querida por todos.
Un "buen" día, ella aparece asesinada en su dormitorio, con sólo 32 años. Parecía que fuera a manos de un intruso ladrón. Finalmente, una policía más experimentada y certera que la portuguesa da con el criminal que no es otro que su amado marido, el cual se veía no con una, sino con dos mujeres más... Este hombre, abrumado por la presión social tras ser descubierto, se suicida, dejando huérfano al hijo de ambos.
Resultó que sólo estaba con su mujer por "el qué dirán", a la cual en realidad odiaba profundamente. Sin embargo, le importaba tanto la opinión de sus vecinos y familiares que prefirió matarla inventando un ataque externo y posteriormente suicidarse, antes que separarse de ella y emprender una nueva vida.
Me dio que pensar esta historia porque realmente no nos conocemos los unos a los otros ni lo más mínimo. Los padres de Kate McCann están ahora mismo poniendo la mano en el fuego por su gélida hija...
Apuesto a que se queman vivos...
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