Todo esto viene promovido por un partido que presume de querer llevar la democracia a las aulas, y secundado por sus perritos falderos. En realidad, es una gran estrategia, es imponer a unos adolescentes, que aún buscan en que creer, como deben actuar. Buscan con ello que piensen democráticamente y, si puede ser, que también se vea algo tocada su ideología, y se incline más hacia la izquierda.
Es algo ilógico que se reciban clase para saber mantener una democracia, puesto que los ideales no son para todos iguales, incluso los hay que, con esa edad de locuras, no saben lo que significa verdaderamente democracia. Aunque, esto es totalmente comprensible, porque se está llegando a unos extremos, en los que España no parece una democracia, sino un borreguismo en el que todos adoptamos sin protestar lo que nos mandan los tres o cuatro políticos de turno, que gozan de nuestro agrado.
El error de esta asignatura recae en que no se puede educar críticamente a los adolescentes, porque la propia materia en sí ya implica la tendencia a un partido en vez de a otro porque, al fin y al cabo, en democracia un partido siempre gobierna, así es que hay competición y, por cierto, el ganador de ésta puede moldear la materia a su antojo. El presidente debe gobernar un país y no dar clases para formar sus trincheras.
Además, ¿por qué tienen que impartir clases de educación para la ciudadanía en los colegios y no las reciben los altos cargos del estado? Porque no se quien necesita más recuperar sus valores y su ética, en relación al país en el que vivimos, que está lleno de malos ejemplos de ciudadanía.
Lo que deberían hacer es seguir instruyendo a los adolescentes, con las materias de siempre y ellos, solos, se encaminarán para ser buenos ciudadanos, pero no hay que moldear las mentes de los niños, para que sigan el ideal del que lleva a los borregos.
