El catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, José Miguel Morán Turina, ha asegurado hoy que hablar y discutir de pintura era algo habitual en la España de los Austrias, algo que no sucede en la actualidad porque tenemos otras distracciones como la televisión, el cine, Internet, el fútbol .
José Miguel Morán ha realizado estas declaraciones en el transcurso del simposio El teatro y las artes en el Siglo de Oro español (4ª edición), que acoge esta semana el Centro Cultural Olavide en Carmona en la Casa Palacio de los Briones, en el que ha impartido la conferencia Aunque no se vea, un cuadro vale más que mil palabras.
Y es que la comedia y la pintura formaban parte de la vida cotidiana y de la experiencia diaria de los españoles del siglo XVII a unos niveles que difícilmente podemos imaginar hoy, cuando tanto el disfrute del teatro como el de la pintura se han convertido en experiencias minoritarias.
La pintura estaba tan en la calle que, en los aledaños de la Plaza Mayor o de la Puerta del Sol, los madrileños podían comprar cuadros que se vendían en las aceras colgados de las paredes de las iglesias o de algunos edificios notables, sostiene este experto.
Y no sólo esto. El catedrático afirma también que los predicadores, con frecuencia, apoyaban sus sermones en cuadros y esculturas que podían verse en el interior de las iglesias o utilizaban aquéllas experiencias como metáforas para tratar de explicar a los feligreses arduos problemas teológicos.
Hasta tal punto la pintura estaba imbricada en la España de Calderón de la Barca, que en el siglo XVII se impuso la costumbre de enseñar y alabar las pinturas que decoraban el interior de las viviendas. Y es que, por pobre que fuera, no había hogar en aquellos tiempos que no estuviera adornado con pinturas.
En una sociedad en la que cada uno vale por lo que tiene, la casa es el reflejo de esa posición económica, puntualiza José Miguel Morán. De esta manera, explica que el adorno de la casa era un espejo muy fiel, donde difícilmente cabía engaño, por más que no faltaran quienes, a base de pinturas y muebles, quisieran aparentar una riqueza o una respetabilidad que no tenían, concluye.