
Mi primo José Luís ha participado en el rodaje de una película, según me contó mi tía Tata mientras los invitados al convite de la boda a la que acudí el pasado sábado bailaban a ritmo de King África. Fue hace unas semanas. La productora se puso en contacto a través de una conocida con mi primo José Luís, natural de Alcalá de Guadaira y mecánico de profesión, para que les echara una mano con unas tomas que debían realizar en un coche, creo que una antigualla situada en medio de un solar degradado. Según el relato de mi tía Tata, la labor de mi primo José Luís se restringió a acondicionar el vehículo, a quitar un cristal, a ajustar una puerta, a mover un asiento, de tal modo que el operador pudiera colocar la cámara para que éste consiguiera así componer el plano. Fueron dos noches, con una media de 12 horas por jornada, aunque mi primo José Luís, que trabaja en el sector de la automoción, no en el audiovisual, y que no está acostumbrado a estos trotes, se marchó antes, sin cumplir el horario completo, argumentando que la mañana siguiente debía levantarse temprano para incorporarse a su taller. Según mi tía Tata cobró 50 euros la hora, así que, haciendo un cálculo rápido, teniendo en cuenta que oficialmente ha echado 24 horas, mi primo José Luís se ha sacado 1200 pavazos en un par de días. Le pregunté a mi tía Tata, mientras los invitados al convite formaban un corro en la pista de baile y danzaban al unísono a ritmo de Mi carro de El Koala, si la productora con la que había colaborado mi primo José Luís era la Warner Brothers o la Fox, o si la película era una superproducción norteamericana, porque más o menos tengo una idea de lo que se paga a un figurante o a un técnico y se me antojaba aquella remuneración demasiado alta. Mi tía Tata me confirmó que se trataba de una película española, aunque cuando le pedí los nombres de los actores que intervenían para hacerme una idea de la entidad del proyecto, me confesó que no los conocía o que no se acordaba. El caso es que se podría decir que mi primo José Luís, acostumbrado a operar maquinaria pesada en una nave industrial ubicada en Tablada, después de un tiempo rulando por concesionarios, reparando automóviles para grandes marcas, debutó hace unas semanas como Técnico de FX. Sé que a mi primo José Luís no le hace falta este tipo de chapucillas, que ha aceptado el encargo por diversión, por probar algo nuevo, diferente. Mi primo José Luis estudió un FP de automoción en el instituto del Polígono Sur, en el barrio marginal de Las Letanías, que junto al mío, el Domínguez Ortiz, tiene a los alumnos que peores notas de Selectividad registran en Sevilla. Pero a mi primo José Luís, que en su día tomó la decisión arriesgada de aprender un oficio, descartando la alternativa de cursar una carrera universitaria, tan prestigiada por entonces, le ha ido bien y, tras los lógicos vaivenes de los primeros empleos, ha logrado cierta estabilidad laboral. Ahora, cruzada la línea de los 30, mi primo José Luís lo gana bien. Tiene una vivienda en propiedad, de notables dimensiones, garaje y piscina incluidos, a la que no le falta ninguna comodidad, reproductor de Blue Ray, televisor de plasma, Playstation 3 y cambia a menudo de coche, todos ellos de enorme cilindrada. Felizmente casado desde hace varios años, mi primo José Luís acaba de convertirse en padre de una niña a la que ha llamado Julia. Ha alcanzado tal bienestar que se puede permitir pequeños escarceos con el séptimo arte para saciar su curiosidad. A 50 euros la hora y sin necesidad de reconocer a los actores. Eso queda para los eruditos, debe pensar. Quizás Alcalá de Guadaira se transforme en una cantera de talentos para Hollywood. Que tiemble Reyes Abades. Llega mi primo José Luís.

