
A ver. Me he propuesto escribir la crítica de The Dark Knight, que es una magnífica película, más allá del récord de recaudación que ha marcado en la taquilla estadounidense el primer fin de semana después de su estreno, del fatal fallecimiento de Heath Ledger y de la campaña de marketing que tiene detrás. Me he propuesto escribir la crítica de The Dark Knight, pero como es una magnífica película, no quisiera llenarme la boca de tópicos, al menos no de éstos, que si el film de Nolan cumple las expectativas depositadas en él porque ha sabido realizar la transición hacia la madurez del superhéroe, que si tiene un guión portentoso que presta atención tanto a los conflictos dramáticos de la historia como al alcance simbólico de los personajes, que si la actuación de Ledger provoca sobrecogimiento y admiración, y un (callado) lamento por su súbita desaparición Me he propuesto escribir la crítica de The Dark Knight, pero no quisiera llenarme la boca de tópicos, al menos no de éstos, porque ya los he leído en otras reseñas de la cinta, así que voy a recomendarles las dos que más me han gustado, y que no incurren demasiado en lugares comunes, y con ello me ahorro el trabajo: Nolan, el truco final, el prestigio de Oti Rodríguez Marchante en ABC, porque define la esencia del largometraje en varios destellos, y Al filo del abismo de Rafa Martín en Las horas perdidas, por la frescura y la lucidez del estilo. Me he propuesto escribir la crítica de The Dark Knight, pero no quisiera llenarme la boca de tópicos, al menos no de éstos, porque quisiera centrarme en un tópico concreto, en el tópico de que el cine español es muy malo. Como espectador le he dado muchas oportunidades al cine español, demasiadas. Tantas que, después de mil y un chascos y decepciones, se me ha agotado la paciencia y ahora preferiría darle una oportunidad a alguien que acaba de propinar una paliza a su padre antes que al cine español. Estoy harto de verle el coño a Maribel Verdú. Como en La Celestina de Gerardo Vera, donde en los primeros minutos ya la tenemos abierta de patas, postrada en una cama. La proyectaron en mi instituto y no veas como los chavales jaleaban a la actriz. Creo que desde entonces se aficionaron a los clásicos, por ver si aparecían más tías en cueros. No entiendo por qué Al sur de Granada de Fernando Colomo se convierte en un monográfico sobre Verónica Sánchez en pelotas. Creo que quería rodar una película, pero se despistó y luego le salió otra cosa. Mis compañeros de piso en Barcelona se la alquilaron expresamente en DVD para detener en pausa la escena en la que se ve a la actriz de cuerpo entero y a sabiendas que aquella adquisición en el videoclub alumbró muchas masturbaciones. Al comienzo de Los Serrano, cuando ella se enjabonaba en la ducha, antes de que entrara la cabecera de la serie, hasta aullaban. No hay necesidad de llenar la pantalla de pijotes. O de sacar siempre a un cura follando. Existen las elipsis. Soluciones de guión más sutiles. Tranquilos, la censura oficial hace años que acabó. Tampoco es cuestión de beatería ni nada por el estilo. El sexo, cuando está integrado en la historia y no es mero exhibicionismo gratuito, como en La buena estrella de Ricardo Franco (donde, por cierto, interviene otra vez Maribel Verdú), es un recurso como otro cualquiera. Pero no nos obsesionemos, por favor. El cine español está sobresaturado de desnudos. Se puede construir un título que no incluya la palabra cama. La última vez que llevé a mis amigos al cine para ver una película española, Sin Noticias de Dios de Agustín Díaz Yanes, por poco salgo linchado. Ya no me van a perdonar ni una. Cuando se suple la ausencia de imaginación y la falta de medios por despelote o ideas cutres, se facturan engendros que no guardan ningún atractivo para el público que acude a las salas. Siempre se salvan destellos como 3 días de F. Javier Gutiérrez, La habitación de Fermat de Luis Priedrahita y Rodrigo Sopeña o Casual Day de Max Lemcke, pero todavía no es suficiente frente a Ángeles S.A. de Eduard Bosch, Café solo o con ellas de Álvaro Díaz Lorenzo o Déjate caer de Jesús Ponce. Por eso, si quieren asegurar el tiro, elijan The Dark Knight, de la que, antes de soltar esta perorata, me había propuesto escribir la crítica.

