NIÑO JULI.
Entras en las pestañas
asombradas
de los que te miran,
felices,
y ven a un Dios
donde todavía hay
el recuerdo
de un niño que fue
gran torero,
y hoy es hombre
y aún
mejor torero.
Fuiste el niño tímido
que toda madre solícita
quiso tener,
y hoy mandas,
toreas,
asombras cada día,
y nunca te cansas
de regalar tu arte,
tu valor,
tu esencia.
Eres alma torera,
matador irrepetible,
capote prodigioso
y muleta única.
Eres arte,
valor,
sentimiento, verdad,
y música.
Y todavía,
en gestos pequeños,
y tiernos,
sigues siendo
el Niño Juli.
Juli, Niño Juli, te escribí el poema porque siempre has sido un torero que me ha emocionado, un diestro soberbio, un matador diferente, una persona valerosa, un luchador, un ser dotado de una inteligencia especial, una figura de la tauromaquia, un niño que supo ser hombre antes de tiempo, un hombre que conserva rostro y alma de niño, un adolescente jugando a juegos de adultos, un triunfador, un líder, un chico capaz de mandar, un maestro en el que se miran muchos que quieren ser maestros
tomaste la alternativa en Nimes, aquel día, con aquella cara ingenua y aquel tesón, mirada de crío y voluntad de hierro, allá en las tierras bellas de Francia te doctoraste, cuando tu edad ni siquiera te permitía entrar en las discotecas, te enfrentaste al burel, mandaste
pero tu historia ya había empezado a escribirse antes, la redactaste tú, cuando decidiste dedicarte al toro tras tomar la Primera Comunión, cuando sorteaste dificultad tras dificultad, cuando indultaste a Feligrés
allí, en Nimes, empezaba una carrera que prometía y promete, y allí entraste en las pestañas asombradas de los que te miraban con orgullo y con emoción, y aquí sigues, unos vienen y otros van, y Juli siempre está, siempre raza, siempre valor, siempre arte, y continúas maravillando, y deleitando, y regalando
enhorabuena, Juli!!!.
