Lleno en Barcelona, en esta tarde extraña que despide al verano con una sonrisa de otoño. Feria de la Mercé y domingo de calores tormentosos. Toros de Núñez del Cuvillo,
de presentación muy correcta. Idílico, como el toreo de José Tomás, lidiado en quinto lugar, ha sido indultado por el diestro madrileño.
Comienzo de paseíllo con música de Vicente Amigo, realmente amigo del torero y autor del pasodoble que esta tarde sonó en la plaza, arte y tauromaquia unidos en esta ocasión, como siempre fue en el pasado y como nunca debiera dejar de ser. Una terna compuesta por el siempre singular y original Luis Francisco Esplá, el anhelado y majestuoso José Tomás, y el dispuesto sustituto de José María Manzanares, un Serafín Marín entregado y elegante.
Luis Francisco Esplá, con saludos en su lote, ofreció dos actuaciones pulcras y discretas.
José Tomás, que despide hoy una temporada mágica, regaló a la afición todo el aroma que desprende, todo el sabor de su presencia y toda la valentía de su concepto. Él parece amar Barcelona, y su paso por esos lares siempre se convierte en hecho histórico.
Se llevó oreja tras aviso y dos orejas y rabo simbólicos tras aviso. Temple exquisito, duende, toreo de verdad, maravilla hecha esencia, muletazos de calidad, planteamientos sinceros repletos de torería, y esos arrimones!, tanta transmisión José Tomás ha toreado esta tarde de modo excelente, soberbio con capote y muleta, firme, entregado, valiente, poderoso. Pero el orgasmo se produjo cuando el quinto toro, cuya lidia fue dedicada a Vicente Amigo, capaz de inventar música celestial, demostró nobleza y condición, y el maestro de Galapagar le perdonó la muerte en una hermosa ceremonia de vida.
Pasión y clamor. Grata torería
e incluso el mar sin duda dejó de moverse
Serafín Marín, por su parte, siempre demostró muchas ganas y muy buena disposición. Toreó con estilo y elegancia y logró saludos y oreja.
