Tercera jornada y, como no, escalofrío por las espaldas de algunos entrenadores ante la idea, bien de sumar la tercera derrota consecutiva o también, por la sensación de vértigo por verse en lo alto de la clasificación. Partidazos inciertos en una jornada que puede empezar a generar prematuras ilusiones o desencantos.

Claro, claro, llevamos sólo tres jornadas. Tienen toda la razón los que desde lo alto (2- 0) serenan euforias recordando que “sólo” quedan ocho meses de competición. Como también la tienen los que en la zona baja (0- 2) se ofenden ante los primeros comentarios críticos con el comportamiento del equipo. Pero el baloncesto siempre ha sido el baloncesto y en lo que no cambiará jamás es en los estados de ánimo, sobretodo de los entrenadores, ante las inercias positivas o negativas. Porque una semana tras una derrota se hace larga, incómoda. Y porque ese entrenador lo ves medio cabreado sin saber realmente la razón, y pesatido con detalles que en otras ocasiones tienen menos trascendencia. Lo sufren los jugadores, el equipo técnico, incluso el entorno familiar. Sin embargo, esa misma semana tras una victoria transcurre como más liviana, con seriedad pero con las dosis de tranquilidad necesarias para afrontar los contratiempos habituales.

Y todo esto viene a cuento de la tercera jornada de la liga. Porque haber, Cáceres y Gandía, ambos con 0- 2, andan deseosos de romper el hielo de una santa vez y marcharse a dormir con la tranquilidad de haber sumado ya. Uno de los dos técnicos dará mil vueltas en la cama esa noche por mucho que todos, incluso el mismo en su consciente, recuerden que esto acaba de empezar. Lo mismo que Javi Juárez, el técnico de Illescas, que por muy preparado psicológicamente que estuviese para afrontar la dura travesía de esta competición, está que se sube por las paredes con ese 0- 2 en contra. Y encima tiene que vérselas con un Burgos que llega con la tranquilidad de haber encontrado la hoja de ruta hacia las victorias. Ya tenemos dos agobiados pero si pensamos en el Xavi Sastre, técnico de Mallorca Basquet (0- 2) también entenderemos que los razonamientos basados en el potencial ajeno y las limitaciones propias acaban cansando y lo que uno de sea de verdad es romper las teorías y sumar la primera victoria por mucho que esta tenga que ser ante un Valladolid avisado ya de manera reiterada de la dificultad de esta liga.

Y todos estos entrenadores tienen la sensación de poder romper la inercia negativa y sumar una primera y tranquilizadora victoria pero y ¿Feliz Muñoz?, técnico del Rosalía. Con un 0- 2 hace un corto viaje a Lugo para meterse en la jaula del Breogán e intentar romper todos los pronósticos que colocan en la quiniela un 1 como una catedral. Tan claro parece ese partido que Paco García está que echa humo ante la posible relajación de sus jugadores. Sabe el técnico del Breogán cómo las gastan en la Adecco LEB al que se le ocurre destilar algo de prepotencia. Y qué decir de las sensaciones de un Moncho Fernández que no quiere repetir el inicio de la temporada anterior en el que sufrió demasiadas derrotas iniciales y que para ello deberá conseguir que sus jugadores se hagan fuertes ante el siempre peligroso Tenerife en esa pista particular que es la de Los Barrios.

Particularmente hay dos partidos que me llaman la atención especialmente y éstos son Lleida – Alicante, altísimo nivel en ambos equipos y La Laguna – Melilla, intrigante duelo. El primero puede ser una delicia para el espectador que disfruta del buen baloncesto porque más allá de otros componentes, el ritmo, los conceptos, la continuidad en el juego pueden convertirse en elementos decisivos. Pero el enfrentamiento en Canarias reúne otros ingredientes que lo hacen todavía más intenso. La capacidad del grupo de Paco Olmos para mantener concentración y orden en una pista caliente y el aprovechamiento local de, precisamente, esa atmósfera favorable. Aspectos psicológicos que convierten este duelo en algo especial.

Y especial será también el duelo entre ese Clínicas Rincón capaz de todo, bueno y malo, frente a un León que asusta por su contundencia. Hay que comprobar si el para ellos desagradable desenlace del último partido afecta a los andaluces. Y también comprobar si esa dinámica arrolladora adquirida por León en el inicio de la temporada se mantiene intacta. Y especial, como no, el duelo entre Vic y La Palma, con la necesidad de amarrar en casa este tipo de partidos donde aparece la tan odiada frase de “obligación de ganar” por parte de los locales frente a un equipo canario que, seguro, realiza este largo viaje con la sensación, verdadera o no, de que ahí sí tienen opciones de ganar.

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