Entró en el mundo del baloncesto por una casualidad de esas que tienen largo eco. Desde pequeña sabía que me dedicaría al deporte, al principio prefería el atletismo. Esa casualidad le hizo participar en un partido de baloncesto en el equipo de su hermana debido a que faltaban algunas jugadoras y allí me vio una entrenadora federada y me propuso jugar el año siguiente. Su amor por el deporte le hizo compaginar ambas aficiones, atletismo y baloncesto, baloncesto y atletismo. Pero llegó un momento que tenía que decidirme por alguno y escogí el baloncesto. Creo que elegí bien.
Seguimos echando un vistazo a su carrera. Amaya ha participado en dos de las mejores ligas del mundo como son la estadounidense y la liga rusa. La designaron como número 30 en el Draft de la WNBA y fichó por Houston. Su tiempo allí fue agridulce porque eran los primeros años de la WNBA y seguían una política para potenciar a las jugadoras americanas, por eso las europeas no contábamos con tantos minutos. Jugó en los Comets de Houston cinco años y consiguió nada menos que tres anillos, pero ya no tengo esa motivación de volver, aunque me han llamado varios años, porque es una etapa que se acabó en su momento y ahora prefiero la selección. En el caso de Rusia, estar en el CSKA de Moscú fue una gran experiencia para esta jugadora. Es un país diferente que te enseña muchísimo de la vida, y si te enseña de la vida, te enseña del baloncesto, nos confesaba sobre el parqué del Pabellón Bahía Sur de San Fernando.
Pero este año volvió a España respaldada por el Ros Casares, un equipo que ha hecho una grandísima campaña consiguiendo el triplete de liga, Copa de la Reina y Supercopa por tercer año consecutivo. En liga hemos estado increíble, en la Copa no jugamos a tanto nivel como en Liga pero ganamos, que al final es lo que cuenta. A nivel nacional hemos cumplido con creces los objetivos. Nos ha quedado la espinita de la Euroliga. Por los cruces nos hemos tenido que medir a equipos muy fuertes y no pudimos estar en la Final Four. A nivel personal, Amaya Valdemoro no recuerda una temporada tan completa.
Pero si en algún sitio ha sacado su garra y calidad característica, ha sido en el combinado nacional. Acumula más de 180 internacionalidades, tiempo más que suficiente como para vivir momentos tan especiales como el Preolímpico en Grecia, cuando jugamos ante Polonia; la plata en el último europeo o mi debut son momentos muy especiales y difíciles de olvidar. A sus 33 años es una de las jugadoras más veteranas de la selección. Siento nostalgia porque pienso en todo lo que he dejado atrás y veo que el tiempo se me está agotando. Recuerdo como yo admiraba a las jugadoras veteranas cuando debuté con la selección y supongo que ahora las chicas me admiran a mí igual que yo lo hacía antes.
Pero en la Selección Femenina ahora sólo se piensa en el próximo europeo, y el objetivo está muy claro. Queremos estar entre las cinco primeras para conseguir una plaza para el Mundial. Eso sí, si consiguiéramos una medalla sería genial. Se prevé un campeonato muy igualado. De la tercera a la sexta plaza hay sólo un partido y tenemos que estar muy fuertes mentalmente. En la primera fase, en la liguilla, España tendrá que medirse a Chequia, Ucrania y Eslovaquia. Si España se clasifica, comenzarán las eliminatorias. Sabemos que no somos favoritas pero este equipo tiene mucho talento y corazón. Para mí Rusia en la favorita y Hungría puede ser la gran sorpresa.
Estas son las palabras que Amaya Valdemoro nos ofreció a los alumnos del Master de Periodismo especializado en Baloncesto en San Fernando. Esperamos que vuelvan con una medalla al cuello. Mucha suerte a nuestras chicas.
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