Leo Chaves es una figura de reconocida vinculación con el mundo del deporte, y en especial del baloncesto, en cuya práctica se inició prácticamente en la niñez. El hasta ahora director general de Infraestructura y Equipamiento Deportivo de la Junta, cargo que abandonará para dedicar su vida laboral al Cajasol, es Licenciado en Educación Física, entrenador superior de baloncesto y tiene plaza como director técnico en la Diputación de Sevilla. Su nombre, además, no es para nada ajeno a la historia del club al que ahora regresa, ya que ejerció de vicepresidente durante cuatro años y fue también entrenador del primer equipo que tuvo el otrora Caja San Fernando junto a otro de los actuales directivos, Arturo Montequi. Ahora volverá a su casa con el encargo nada sencillo, a juzgar por la labor de sus predecesores, de reflotar en lo deportivo a un club con más caché y posibilidades económicas de las que ha indicado últimamente la clasificación ACB.
Movimiento de fichas en lontananza. La nefasta temporada rubricada por el Cajasol tendrá, en efecto, y como se intuía ya desde hacía unos meses, aun cuando el equipo se encontraba coqueteando con el descenso, consecuencias de considerable calado en la configuración del organigrama directivo de la entidad. Se producirán cambios para darle un giro de tuerca al funcionamiento de la institución, que ha hecho aguas en las dos últimas temporadas, al menos en lo que se refiere a la cuenta de resultados del equipo ACB (también en la del LEB Plata, que ha perdido este año la categoría). Según ha podido saber este periódico, se está preparando el terreno para cerrar la incorporación al club de Leo Chaves, hasta ahora director general de Infraestructura y Equipamiento Deportivo de la Junta de Andalucía, en calidad de director general, cargo de responsabilidad al que se le ha atribuido en las dos últimas dos campañas, entre otras funciones, el diseño de la plantilla ACB, y cuyo desempeño ostenta Oriol Humet desde el verano de 2007.
Este futuro traspaso de poderes, esperado en parte porque la continuidad de Humet no estaba nada clara, dibuja un cambio de escenario e incluso de ciclo en la trayectoria de un club abonado al sufrimiento que ha visto peligrar esta temporada su permanencia en la ACB como nunca antes en su historia.
Ya se ha reunido con Pulido
El nombramiento de Leo Chaves, cuyo nombre ya se barajaba entre bambalinas como futurible candidato para hacerse con la presidencia del club, debería adquirir oficialidad en breve. De hecho, estos días está manteniendo contactos y reuniones con el presidente de la caja, Antonio Pulido, figura de indiscutible peso en la toma de decisiones que afectan también al futuro del club de baloncesto, principal emblema deportivo de la entidad bancaria. En principio, el desembarco de Chaves en la estructura no tendrá, en principio, un efecto dominó, al menos en la presidencia, donde se mantendrá Juan Carlos Ollero, que ostenta el cargo desde finales del mes de diciembre del año 2005 y ya ha expresado en más de una ocasión, en la misma línea que el propio Oriol Humet, que su deseo sería continuar al frente del Cajasol por más que los resultados en las dos últimas campañas hayan estado muy lejos de lo esperado y presupuestado. Ello no quita para que la ruleta de cambios afecte también a los miembros del consejo de administración.
En la picota y discutido por un amplio sector de la afición desde que el rumbo del equipo comenzó a torcerse de nuevo a las primeras de cambio, Oriol Humet tiene todavía una temporada más de contrato con el Cajasol, al que se vinculó hace ahora casi dos años, después de que Ollero emprendiera la búsqueda de un director general tras la finalización del contrato de Sergio Parra. Siempre en continuo reciclaje y en la búsqueda de los hombres adecuados para hacerse cargo del gobierno de la entidad, el Cajasol comenzó de cero en el verano de 2007, de gran trascendencia para su futuro inmediato porque acababa de producirse la fusión de las cajas.
De Granada a Sevilla
El recambio para Parra lo encontró el presidente en Granada, donde Humet se dio a conocer como un gestor rentable al abordar la modernización de la estructura del club nazarí. Antes había hecho lo propio, aunque quizá sin tanto eco mediático, en Valladolid y Menorca. En Sevilla, sin embargo, los resultados no le han acompañado y este factor determinante ha hipotecado su gestión, siempre en el ojo del huracán y en el foco de las críticas del aficionado.
En su campaña de debut tuvo que diseñar un plantel casi al completo y prácticamente a contrarreloj, ya que su fichaje se concretó con el verano ya avanzado y al nuevo Cajasol se lo comía el tiempo. Entrenado por Rubén Magnano, el equipo fue carne enseguida del pozo de la clasificación hasta bien entrada la segunda vuelta, ejerciendo Comas y Bennett de elementos dinamizadores. En la segunda, lejos de mejorar su rendimiento, el equipo, otra vez muy remozado, se estrelló contra su incapacidad. Fue colista durante muchas jornadas (entre la ocho y la 25) y objeto de una remodelación permanente (siete altas y siete bajas) que al final dieron el efecto deseado. El Caja burló el descenso, pero otra vez jugó con fuego, condenado a una batalla a la que no se ajustan las hechuras de su presupuesto.