Llega la gran cita, la hora de los valientes. Llega uno de los grandes momentos de la competición, el (o los) partidos decisivos. Cuatro equipos, cuatro estilos, cuatro retos diferentes pero para todos un solo objetivo: el ascenso. El póquer de aspirantes a la ACB afronta la Final a Cuatro de Fuenlabrada con la máxima ambición. Para todos, insisto, para todos, el ascenso no es una utopía.
La Plaza de Toros de La Montera, en Los Barrios, ya tiene preparada la cubierta para acoger al equipo en caso de ascenso a ACB Que nadie piense que para el conjunto barreño el ascenso es sólo una utopía. Para nada, porque como al grupo que entrena el gallego Moncho López se le ocurra dar la campanada en Fuenlabrada nadie en Andalucía querrá perder la oportunidad de implicarse en un sueño hecho realidad. Porque precisamente la historia del Villa de Los Barrios, vinculada directamente a la LEB en la última década, es un fiel exponente de la capacidad de esta competición para alimentar ilusiones, de conseguir que de pronto hasta lo más impensable pueda hacerse realidad. Contra pronóstico aunque el que esto firma venía avisando desde meses atrás este equipo basado en jugadores expertos de la categoría, jugadores beneficiados de la Generación LEB, eliminó a todo un Breogán y se planta para hacer frente al durante muchos meses claro favorito al ascenso, el Lucentum.
A priori y como una de las claves para intentar adivinar lo que puede suceder en esta semifinal entre Lucentum y Los Barrios podemos fijarnos en la capacidad física del conjunto dirigido por Oscar Quintana. Una extraordinaria capacidad física que le permite intensificar su defensa desde muy arriba para provocar un apagón en el rival teniendo en cuenta la envergadura de sus aleros altos y sobretodo sus jugadores interiores. Esas características más la gran capacidad de trabajo de sus jugadores le ha permitido competir en todos los partidos y en muchos de ellos acabar pasando por encima de cualquier adversario. Experiencia, calidad, centímetros y esfuerzo permanente se unen en una extraordinaria combinación alicantina que sin duda los convierten en favoritos. Y ante tanta virtud Los Barrios contrarrestará, al menos lo intentará, control del partido, calma necesaria para no descomponerse, capacidad para estar dentro del partido sabiendo que a medida que avance el duelo el factor psicológico puede favorecerles.
MELILLA TENERIFE
Melilla trabaja desde hace años en un buen proyecto. Continuidad, pasos adelante, decisiones deportivas acertadas, apuesta por un técnico implicado, ambicioso, por jugadores ganadores Melilla, el club decano de la LEB, tras pasar por diversas experiencias dentro de la competición fue entendiendo cada vez más y mejor cómo ir creando el bloque que en el momento clave pudiese asaltar el sueño del ascenso. Y ese momento ha llegado esta temporada, una temporada marcada por un bache exagerado coincidiendo con la Copa pero del cual ha sabido salir con entereza, incluso reforzado en su capacidad de sufrimiento y por lo tanto más duro y capaz llegada la hora de la verdad. Buen trabajo de Paco Olmos y de su grupo porque tan importante es adquirir inercias ganadoras como saber salir de las espirales negativas.
Y claro, cuando hablamos de proyecto, de continuidad, de pasos adelante y de buena gestión de grupo, podemos aplicar todas esas virtudes a un Tenerife que, como Lucentum, repite participación en una Final Four. La pasada temporada se quedó a las puertas de éxito y en la actual viaja desde Canarias con todavía un punto de mayor ambición. Saber lo que es perder te hace más fuerte a la hora de luchar por la victoria.
Interesante experiencia la vivida por el conjunto que dirige Rafa Sanz. A mitad de temporada, la superestrella del equipo, el jugador capaz de anotador 50 puntos en un partido, dejó la plantilla y esa baja no sólo no afectó de manera determinante en el posterior rendimiento sino que provocó un efecto positivo en cuanto a la capacidad del equipo de equilibrar su juego. Esa apuesta de Rafa Sanz, arriesgada y seguramente impopular, ha tenido como premio que ese proyecto sea hoy todavía más sólido y que a la hora de afrontar el reto del ascenso nadie dude que el Tenerife es uno de sus claros candidatos.
El juego valiente y descarado que propone Tenerife frente al control y orden de un Melilla que le gusta tenerlo todo bien atado. La capacidad competitiva de jugadores ganadores en las dos plantillas, la presión a la hora de afrontar un desenlace igualado, la necesidad de victorias de ambos ya que ninguno se conforma con haber llegado. Un duelo equilibrado en las fuerzas y espectacular por la diversidad de estilos. Un regalo para los buenos aficionados al baloncesto.
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