La nouvelle guerre des boutons Francia, 2011. Director: Christophe Barratier. Guión: Christophe Barratier, Stéphane Keller y Thomas Langmann, sobre la novela homónima de Louis Pergaud. Fotografía: Jean Poisson. Música: Philippe Rombi. Intérpretes: Guillaume Canet, Laetitia Casta, Gérard Jugnot, Kad Merad, Jean Texier, François Morel, Marie Bunel, Thomas Goldberg.
Podría pensarse que estamos ante un remake de la película que dirigió Yves Robert en 1962, y los que disfrutaron con aquella divertida y deliciosa historia se encontrarán con bastantes diferencias. El director Christophe Barratier no ha realizado un calco ni nada parecido, sino que se ha basado libremente en la fuente original: la novela de Louis Pergaud que fue escrita en 1912 (curiosamente, el escritor murió en acto de servicio durante la I Guerra Mundial). En la primera adaptación, Robert trasladó la acción a los 60, y ahora Barratier tiene la genial ocurrencia de ambientarla en 1944, en la Francia ocupada por los nazis; de esta forma, la batalla que se establece entre los niños de dos pueblos encuentra su paralelismo y equivalencia en la gran guerra que están librando los mayores. La sátira antibelicista y el mensaje de unión y solidaridad que está en la obra se acrecientan cuando un conflicto bélico real sirve de fondo a las escaramuzas infantiles, hasta ocupar un primer plano y juntarse ambas guerras en la trepidante parte final de la película. Al francés Christophe Barratier le conocemos por su gran éxito Los chicos del coro, y algo de ese filme hay en La guerra de los botones (la figura del profesor, la extrema rebeldía del joven protagonista, la importancia del grupo para conseguir un fin,....), e incluso le da un papel al actor Gérard Jugnot, el hombre que conseguía formar el coro en su anterior película. Barratier también usa los mismos resortes para divertirnos y emocionarnos con una preciosa historia de amistad, amor, compañerismo y lealtad. Son conceptos tan eternos que un relato de hace un siglo sigue teniendo la misma vigencia hoy día; el escritor Pergaud la subtituló novela de mis doce años, y es ese sentimiento de alegría y vitalidad lo que proporciona una frescura que siempre será actual, y con la que siempre nos sentiremos identificados. Meternos en la piel de estos niños que están entrando en la adolescencia es toda una gozada, y siempre hay algo de nostalgia en esa energía con la que se dedican a descubrir el mundo. Sólo por esa sensación de vitalidad, y por salir del cine con una sonrisa en los labios, merece verse La guerra de los botones, pero hay más: un humor que funciona y arranca más de una carcajada, una historia de amor repleta de ternura, algunos momentos espléndidos que nos pueden hacer soltar más de una lágrima y una magnífica banda sonora que combina la épica de una gran batalla con el cúmulo de sentimientos que se respira en esta cinta. Lo dicho: una auténtica delicia.