Celosa de su intimidad, aficionada a los paseos, los viajes y la lectura, aparentementente frágil, reservada y dulce... Hace 15 años se casó con un ministro de futuro prometedor. Desde entonces, ha vivido en un eterno segundo plano. Pero ahora ha llegado su momento.
Que en la barra del bar Universo, de Pontevedra, donde Mariano puso sus ojos en ella: Lo primero que pensé fue en lo que tenía que hacer para conquistarla.
Lo suyo fue un flechazo, así me lo reconoció, con sonrisa pícara, la primera vez que hablamos del asunto, montando el Scalextric con sus dos hijos, en octubre de 2008, cuando Rajoy y su esposa por primera vez compartieron con un medio de comunicación XLSemanal, la intimidad de su casa de Aravaca. Pero Elvira, entonces, se lo tomó con tranquilidad. No era una jovencita recién caída del guindo, dispuesta a obnubilarse por el interés de quien había sido presidente de la Diputación de Pontevedra y en ese momento era diputado en el Congreso y miembro del Comité Ejecutivo del PP. Y es que la dulce Viri había empezado ya a trabajar, antes de terminar la carrera, en una pequeña empresa de Lérez, a pocos kilómetros de la capital gallega. Era reservada y discreta, tenía los pies en la tierra y acusaba ese sentido de la responsabilidad que, al igual que Mariano Rajoy, les suele conferir el ser los hijos mayores.
Aquella tarde gallega y húmeda de diciembre de 1991, a los hermanos Rajoy Brey Luis y Mariano les acompañaba José Manuel Lorenzo, el ingeniero industrial que pronto sería nombrado director general de Antena 3. Viri tenía 26 años, y el que fuera el registrador más joven de España, 36. Ella compartía cañas con un grupo de amigas cuando Rajoy pidió a José Manuel y a Luis que se la presentaran, puesto que conocían a parte del grupo. Pero, pese a su socarronería y a los esfuerzos que hizo por agradar, no fue tierra conquistada. Su noviazgo tardaría en formalizarse entre seis y ocho meses, y cuatro años más en darse el sí quiero.
¿Cómo logró Rajoy enamorar a Viri? ¡Eso es para nota! advierte él. Los sentimientos son como son y no son controlables...
Habría que preguntárselo a ella. Quizá no soy tan aburrido como algunos creen, pero le puedo asegurar que puse mucho empeño y mucho interés y estoy encantado de haber roto mi soltería. Viri, absolutamente celosa de su intimidad, no respondió a esa pregunta cuando se la planteé el pasado verano trepando por el monte, camino del monasterio de Armenteira.
No obstante, a la pareja le unían muchas cosas. Ambos estudiaron en la Universidad de Santiago, aman su tierra, ejercen de gallegos, son moderados y discretos, aunque el carácter de Rajoy es socarrón y abierto, mientras el de Viri, en la misma línea, se reserva para su círculo de amigos. Comparten su afición por los paseos, los viajes y la lectura. Ella devora todo cuanto cae en sus manos y recomienda a su marido lo que cree que le gustará. También es Viri quien organiza las escapadas que, de cuando en cuando, realizan a algún destino europeo, en vuelos low cost.
Ambos proceden de familias de clase media acomodada. Como sus dos hermanos, Ana y Manuel, Viri estudió en Las Doroteas y, después, en el colegio Príncipe Felipe y en el instituto Valle Inclán de Pontevedra. Durante su infancia, la familia Fernández Balboa pasaba los veranos en Casa do Crego, en Campañó, donde cuidaban sus viñedos y tenían una pequeña bodega.
Lejos de los focos. La boda se celebró el 28 de diciembre de 1996 (día de los Santos Inocentes) en la capilla A Toxa (O Grove), ante 400 invitados. Rajoy ya era ministro de Administraciones Públicas en la primera legislatura de Aznar.
Habían señalado la fecha del enlace para el 27 de diciembre, pero ese día había debate de presupuestos en el Congreso: Como muchos diputados estaban invitados, sobre la marcha retrasamos un día la boda, dice Rajoy, para explicar la coincidencia. El deseo de Viri de dar el sí quiero de forma discreta se vio arruinado porque, a la salida de la iglesia, les esperaban medio centenar de fotógrafos.
La imagen ocupó hasta las portadas de la prensa del corazón.
Pero quizá lo más sorprendente fue que el viaje de novios al Caribe lo hicieron con la hermana de Rajoy y su marido. Ellos son así, familiares donde los haya.
Viri ha tratado siempre de mantenerse alejada de los focos; se ha convertido en el secreto mejor guardado de Rajoy para los periodistas, que se topan contra un muro de discreción al intentar acceder a ella. Durante su primera etapa de casada, prefería estar en segundo plano, consciente del interés que despertaba su imagen. Cuentan que, en la boda de una hija de Isabel Tocino, trató de pasar inadvertida separándose del brazo de Rajoy en cuanto detectó a los fotógrafos, de tal manera que se publicó una foto, vendida a las revistas como exclusiva, en la que Rajoy salía conversando con otra mujer que el paparazzi bautizó como su esposa.
Un año antes de casarse, Viri se trasladó a Madrid, dónde compartía piso con dos amigas. José Manuel Lorenzo, ya director general de Antena 3, le ofreció trabajar como becaria en el departamento financiero de la cadena. Varios meses después, su contrato se convirtió en fijo y ella accedió a un puesto en el departamento de Control Presupuestario, con un sueldo de 960 al mes. Años más tarde, tras la fusión de varias empresas, se convertirá en asesora técnica de dirección en Admira, del grupo Telefónica, de la mano de Luis Blasco, vicepresidente de la compañía.
Desde hace varios años, Viri trabaja como analista de contenidos para el mercado audiovisual. Su labor consiste en seleccionar los mejores productos y analizar su repercusión en el mercado de las grandes distribuidoras. Por ello, es una notable consumidora de televisión, más como profesional que como espectadora. Conoce el medio, las audiencias, los nuevos formatos, la situación de los grupos... y, posiblemente, en asuntos de comunicación se ha convertido en la mejor asesora de su marido.
Un año después de su boda, Viri pasó el momento más triste de su vida: la que podría haber sido su primera hija no llegó a nacer porque su embarazo se interrumpió a los seis meses. Fue muy duro para todos confiesa triste Rajoy, sobre todo para mi mujer.
Por eso, un par de años más tarde, cuando en la clínica Dexeus de Barcelona nació su primer vástago, la felicidad fue completa.
El recién nacido heredó el nombre de su padre, su abuelo y hasta su tatarabuelo. Y, seis años después, vino al mundo Juan. Rajoy admite, en privado, que el mérito principal de la buena educación de sus hijos corresponde a la determinación de Viri: Cuando uno no está en casa el tiempo que quisiera, a veces tiene la tentación de compensar a los niños con regalos, pero mi mujer me lo prohíbe.
Mariano y Juan estudian en el British Council y Viri trata de contagiarles su pasión por la lectura; y su padre, por los deportes. El mayor, que tiene 12 años, tiene el carácter parecido a su madre y Juan, que ha cumplido seis, es sociable y abierto. Viri evita la exposición de los niños en los medios, pero no los esconde. En ocasiones, los hemos visto con sus padres. Cuando le pregunté a Rajoy por la adaptación de sus hijos al Palacio de la Moncloa, me respondió: De todas las experiencias se aprende y todas sirven para crecer. Me preocuparía no haberles sabido educar para entrar en La Moncloa y también para saber salir de allí, que es muy importante. La discreción de Viri también se refleja en su forma de vestir. Su estilo es clásico y funcional, y cuida su apariencia cuando la situación lo requiere. No tiene un diseñador fetiche, aunque muestra predilección por la ropa de Adolfo Domínguez gallego como ella y, para las ocasiones especiales, por el prêt á porter de Carolina Herrera. Y, en materia de estilismo, su mayor fidelidad es a las gafas de sol modelo Aviador, de Rayban. ¿Y ahora? Resulta difícil imaginar el parecido entre
Elvira Fernández y Ana Botella o Carmen Romero. Su interés por dedicarse a la política es nulo, ni siquiera milita en el PP, aunque rellenó la solicitud para afiliarse. Tampoco su impronta coincide con la de Sonsoles Espinosa, tan aficionada a las tendencias.
Y aunque es posible que, como ella, mantenga su trabajo alejada de la órbita de su marido, Viri se prodigará más cuando su presencia resulte necesaria; de hecho, ha pedido varias excedencias en su trabajo para acompañar a Rajoy en las campañas electorales.
Quienes la conocen saben que Viri tiene mando en plaza, que Rajoy la escucha con atención y suele fiarse de su instinto. La comunicación con su marido es estrecha y Mariano ha confesado que ella es la única que le dice toda la verdad. Mi familia es la principal damnificada por mi profesión, pero tengo la suerte de contar con una mujer estupenda que consigue que todo resulte más llevadero ha dicho Rajoy. Viri me conoció cuando ya me dedicaba a la política, nos casamos y nacieron nuestros hijos cuando yo estaba en el Gobierno; la política forma parte de nuestra vida, pero gracias a mi mujer es una vida bastante normal. Y es que Viri, menuda, aparentemente frágil, reservada y dulce, es mucha Viri.