Arturo Elena es uno de esos ilustradores que te reconcilia con el arte. Lo suyo es crear no sólo mujeres infinitas en su dimensión imaginaria, sino también en la real. Mujeres que invitan a soñar con un estilo de vida que es un claro objeto de deseo. Su tiempo siempre ha estado entre ilustraciones, pero en estos momentos lo ha atrapado para marcar la hora femenina en los relojes Audemars Piguet. Sus ilustraciones han dado en la diana de Arco.
Todo empezó cuando la firma de relojería suiza le encargó al autor de la ilustración de este blog (www.telademoda.com) una serie de dibujos, que tuvieron su primera parada y fonda en la edición del pasado septiembre de Cibeles, la Pasarela que ahora corre a la velocidad de un Mercedes. Toda esa pequeña ciudad que se crea alrededor de la moda, poblada de diseñadores, fotógrafos, prensa, estudiantes de diseño, amantes de la estética y curiosos en general, pudo contemplar, con un altura de tres metros, seis de los dibujos de esta serie.
La segunda parte del trabajo de este mocetón maño, de Teruel, la misma tierra de Manuel Pertegaz, otro artista de la moda, se ha exhibido en Arco, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo, que se acaba de celebrar en Madrid. Audemars Piguet presentó su espacio Lounge AP, un lugar reservado a sus clientes, así como a los galeristas y coleccionistas que frecuentan este singular foro. Un remanso de paz y de lujo, entendido el lujo como una necesidad del alma, según definición de la inefable Coco Chanel.
En aquel oasis, la manufactura suiza, que celebra este año el XL aniversario de la creación de su modelo más emblemático, el Royal OAK, acogió obras de reconocidos artistas y escultores y allí estaban también los dibujos originales que han salido del magín y del lápiz de Arturo Elena, acompasados por el tic tac de los relojes que han marcado hitos en la historia de esta firma. Allí estaba la señora estupenda que conduce un descapotable, ajena a cualquier contratiempo; la que no tiene ni un segundo que perder porque la vida apremia; esa otra a la que le ofrecen, a su hora y en bandeja, los placeres terrenales; la que espera su momento, de napoleónica guisa, y la que es capaz de llegar puntual a una tarde familiar. Son las mujeres de Arturo Elena, a las que Audemars Piguet les ha dado cuerda. Me gustan los relojes porque me permiten creer que llevo el tiempo en mi muñeca. Ese tiempo que, a veces, corre y otras se hace el remolón. Y me gusta verlos lucir en unos dibujos que llevan la impronta de quien ha sabido meterse al dios Chronos en el bolsillo, para que su obra permanezca siempre joven, inalterable al paso de las horas. Sus dibujos de ayer siguen siendo dibujos de hoy.