USA, 2012 Director: Wes Anderson. Guión: Wes Anderson y Roman Coppola. Fotografía: Robert Yeoman. Música: Alexandre Desplat. Actores: Bruce Willis, Edward Norton, Bill Murray, Frances McDormand, Tilda Swinton, Kara Hayward, Jared Gilman, Harvey Keitel, Jason Schwartzman.
Con siete largometrajes en su haber, Wes Anderson se ha ganado a pulso estar en el pódium de los reyes del cine independiente; también ha conquistado la fama de ser uno de los cineastas más atípicos y singulares que pueden encontrarse en el cine actual directores tan extraños y disparatados como él sólo se pueden contar con los dedos de una mano-.
Anderson es de los tipos que llaman la atención dentro de la industria, y con un presupuesto irrisorio de 16 millones de dólares, consigue meter en el reparto a estrellas que suelen estar en megaproducciones que sobrepasan los 50 millones; es curioso ver, en una película tan modesta, a actores y actrices de la talla de Bruce Willis, Edward Norton, Bill Murray, Frances McDormand, Tilda Swinton, y hasta el gran Harvey Keitel (algunos repiten con el director, como Bill Murray, quien es la sexta ocasión que se pone a su lado).
Los seguidores del cine de Wes Anderson reconocerán multitud de elementos que remiten a anteriores títulos: el humor absurdo con situaciones surrealistas, la presencia de una familia poco ortodoxa (Los Tennenbaum. Una familia de genios), los personajes que realizan un viaje físico y emocional para encontrarse a sí mismos (Viaje a Darjeeling), el entorno aislado en el que sitúa la historia (Life Aquatic), Esta vez todo transcurre en una isla imaginaria, ambientada en los años 60 y con el look tan particular que Anderson imprime a sus cintas (esta última la ha rodado en 16 mm., para conseguir la estética de la época y hacernos recordar las viejas películas de los antiguos tomavistas).
En la ficticia isla de New Penzance (el mapa está basado en Fishers Island, de Nueva York), un joven explorador de los Boy Scouts se enamora de una chica de doce años y ambos deciden fugarse e iniciar una nueva vida en común; para ello cuentan con los conocimientos de supervivencia del pequeño protagonista, aunque no pueden ir muy lejos al estar rodeados por un océano, y lo más alarmante es una devastadora tormenta tropical que se acerca peligrosamente hacia este pedazo de tierra. Perseguidos por la incomprensión de los adultos y la intolerancia de los compañeros de campamento, la precoz pareja tendrá que vencer las convenciones sociales (quieren incluso casarse) y alcanzar la felicidad en este pequeño universo.
Mucho hay en este guión de la infancia del director; los padres de Wes Anderson se divorciaron cuando éste tenía la edad aproximada del niño protagonista, quien es huérfano y huye de unos padres de acogida. Fue entonces cuando Anderson comenzó a desplegar su vena creativa, escribiendo guiones y filmando películas caseras con una cámara de Super 8; también la niña de esta cinta decide volar con la imaginación para escapar del mundo de los mayores.
Cargada de ternura, comicidad y momentos que dejan absorto en la butaca, Moonrise Kingdom es, por encima de todo, una preciosa historia de amor entre dos niños, contada sin caer en tópicos ni sensiblerías, con escenas tan inteligentes como la del primer beso y el descubrimiento del sexo y el amor. Anderson nos emociona sin necesidad de recurrir a trucos baratos, a base de diálogos certeros e ingeniosos, y una puesta en escena que no es nada habitual en el cine estadounidense. A destacar la música del francés Alexandre Desplat, quien ya colaboró con Anderson en Fantástico Mr. Fox; su partitura subraya con delicadeza y mucha sutileza los momentos más hermosos de esta delicia de película.