
Tras las declaraciones de hoy de la señora María Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular, bajan las aguas revueltas en el ejecutivo que preside Mariano Rajoy, el cuál, por cierto, sigue guardando sus palabras, como su temiese ser esclavo de las mismas.
No está siendo un buen inicio de año para los populares, que acabaron 2012 dejando la sensación a los españoles de que se intentó hacer lo posible para que nada pudiese ir peor. La crisis económica venía del anterior gobierno, y del anterior también. El que esté libre de pecado, que lance la primera piedra. Pero de ahí a la situación actual han pasado catorce largos meses y, en fin, la espiral de autodestrucción en que cada día se sumerge un poco más España toma tintes de novela de catastrofista.
Y sirviéndome del refranero español, "a perro flaco, todo son pulgas". El caso Bárcenas, de los supuestos, y repito, supuestos, sobresueldos en altos cargos del partido popular desde hace muchos años ha abierto una guerra que le puede a costar a los populares algo más que unas cuentas dimisiones. Una parte importante de la sociedad estaba buscando un pretexto para condenar definitivamente al Gobierno, y este parece estar sirviéndolo en bandeja, no sólo por la trama de corrupción interna parece una bomba que estallará definitivamente de un momento a otro, sino por el modo en que la está gestionando.
En lugar de tratar de escuchar las voces que vienen de fuera, está tratando el asunto casi con desdén, como si pensase que "escurriendo el bulto" este caerá en el olvido, como pensando que demostrando indignación encontrará empatía de sus seguidores. Las declaraciones de este mediodía de la señora De Cospedal en lugar de calmar los ánimos o aclarar el asunto, solo han llevado la situación hasta términos insostenibles. Declarar que se está indignado, que se reconoce un "préstamo" pero se niegan otras cuentas es inconexo. Salir a defender la transparencia dejando claro que se auditarán las cuentas propias con gente propia, esto es poco menos que negar el Holocausto pidiendo que se revisen las calderas de Treblinka.
¿Y que puede seguir a todo este desaguisado? Pues lo ideal, en democracia, sería una investigación verídica y bien apoyada por todos los órganos posibles, para que fuese efectiva. Si es mentira lo que publican El País y El Mundo en las últimas fechas, el PP debería colaborar, es el principal interesado en demostrar la limpieza de sus manos. ¿Por qué no colabora entonces? He ahí la duda, y de momento, el principal dedo que señala la culpabilidad de Bárcenas.
Mientras tanto, un último apunte. ¿Dónde quedó la presunción de inocencia?

