Acaba de conquistar una cifra tan redonda como difícil: la de los cien sueños hechos realidad de niños que lo necesitan. Se llama Mercedes Vázquez Silva y es la coordinadora en Sevilla de la Fundación Pequeño Deseo.
Durante muchos años Mercedes Vázquez fue para los medios de comunicación y hasta para la vida familiar y privada la niña de Pepe Luis, así Pepe Luis, sin necesidad de apellido, la leyenda, el inmortal, el Sócrates de San Bernardo, la sabiduría de un nuevo pensamiento para la historia: toreo, luego existe la escuela sevillana. Pero aquella niña representa hoy la imagen independiente y autónoma de una mujer tenaz para lo que se propone, siempre persiguiendo el favor de los demás, una abogada de las causas imposibles digna de competir con San Judas Tadeo. Su fisonomía dulce la hace aún más sorprendente en su firmeza y su capacidad ilimitadas para lograr sus metas, que son en realidad las metas de otros que confían plenamente en ella. Posee unos ojos celestes indescriptibles como el tráiler del final feliz donde terminan sus empeños. Te mira y parece darte un adelanto de sosiego y esperanza, una especie de garantía de la ilusión con la que lo hace todo.
Se ha ganado a pulso el sobrenombre de hada madrina, con el mérito que tiene hacer magia sin varita, conseguir que la vida parezca suceder en otro planeta, lejos de las dificultades de la tierra más árida, exenta de superaciones, ajena a las auténticas entrañas del esfuerzo personal, de la moral sin desmayo, una existencia donde pisáramos sin gravedad, sólo porque Mercedes Vázquez tiene el don de sacarlo todo a flote.
Los cien deseos cumplidos se han celebrado en los jardines de los Reales Alcázares de Sevilla. Un éxito de convocatoria que, simultáneamente a dicha celebración, ha servido para que se colaborase benéficamente con la Fundación; y ha contado con la presencia destacada de Alfonso Díez, Duque de Alba.
Mercedes Vázquez es hoy un referente de la vida sevillana más relevante, una mujer tocada por el ángel preciso y necesario para abordar lo difícil por naturales, como si la sangre que le corre estuviera al quite de las tristezas de los niños. Haciendo camino al andar ha descubierto su propia vocación, y se encuentra tan plenamente realizada en ella que siente como vitalicia la ayuda a los demás. No cabe duda de que a través de coordinar la Fundación Pequeño Deseo, una mujer tan bellamente humana como ella -aquella niña de Pepe Luis- ha nacido a su mejor destino.