
Arturo Pareja-Obregón dice que escribe hace poco cosas de hace mucho. Es un artista en la etapa fecunda del balance.
Le he visto en la Sala Flamenco, de Triana, actuando con la pasmosa naturalidad de los mejores creadores, los que lo llevan puesto, los que no se lo quitan ni para dormir el arte, vamos, lo que en ellos es una forma de ser y de vivir, una irremediable manera de sentirlo todo.
He ido con mi hermana Pilar, que lleva más de media vida en Zaragoza y ha venido a pasar unos días en Sevilla. De Sevilla dice ella que no sólo tiene un color especial, sino que te da un color especial. Debe llevar razón, debe de ser verdad y encima Arturo Pareja Obregón te dora con Huelva, tiene un eco de sal del Rompido.
Pilar dice también que le da igual que cante en Sierpes que en la Plaza Nueva, en el Lope de Vega o en la Sala Flamenco. Arturo es siempre maravilloso, seductor, íntimo, sin barreras por mucho que un local se las ponga saboteándole el silencio mientras se sirven y toman copas. Él es la misma atmósfera del mundo que crea con sus canciones. Sus versos son como los trazos de tantos caminos hechos. Escribe con largas pisadas, pero canta en remansos, sentado frente al piano de cola al que ha confiado tantas de sus historias, como esa bellísima en la que se enamora en París de una prostituta.
-Ya somos dos, me dije.
Y, al escucharme, un tercero que tenía al lado me acercó su mano para chocarme los cinco, porque también a él le había pasado lo mismo.
Me gusta de Arturo su atuendo sin etiqueta ni formalismos, con chaqueta y bufanda, bufanda bien abrazada al cuello, como si llegara procedente de la intemperie, desahuciado de amores, desterrado de besos, sin cobijo y procurándose el abrigo tan necesario de los románticos. Y escucharle es ver cómo levanta con su voz un monumento de quejidos, que te viene desde la misma llaga donde a la vida se le han derramado tantas cosas. Canta tocando heridas, las suyas y las nuestras; pero también te entrega, ya tarde, de madrugada, al embrujo de una ciudad en la que debería ser visita obligada oír la voz de Arturo Pareja-Obregón tapándote con estrellas.

