Madrid, 1 de mayo de 2016 - Con motivo de la festividad del día de la madre que se celebrará el próximo domingo 1 de mayo, el diestro Saúl Jiménez Fortes quiere rendir un sentido homenaje a su madre, Mary Fortes, expresando a través de una carta lo que para él significa el valor de una madre, de una madre torera.
Además, en un día tan especial, el diestro malagueño, quiere invitar a todos aquellos que lo deseen a que le envíen un pequeño texto sobre sus madres y entre los mejores textos se elegirán a los ganadores que podrán disfrutar de dos entradas para ver en directo la vuelta de Fortes a la plaza de Las Ventas el próximo 6 de mayo y de un día de campo con el torero y su familia.
A continuación reproducimos la carta escrita por el torero hacia su madre:
"Era principios de los 80 cuando comenzó a fraguarse todo. Eran días de rehabilitación, de esfuerzo y de valor. Había días de grandes logros ?aunque solían ser espejismos? y días de sueños rotos, de incomprensión. Días de ¿por qué a mí?
Cada vez que volvía a torear traía consigo una lesión o una nueva operación y fue entonces cuando se cruzaron nuestros caminos.
La maternidad fue un antídoto contra la depresión para Mary Fortes, mi madre. Hasta entonces, aquello era cosa de mujeres, de otras mujeres; tiempo habría de formar una familia, ella era torera...
En la familia encontró sentido a su vida y volvió de nuevo a torear, pero esta vez de otra forma.
Primero nació mi hermana que, aunque le falta valor, tiene carácter de torera y también es capaz de echarse el capote a la espalda cuando hace falta.
Después llegué yo, el primer día de los 90. Con mi madre comparto volteretas, dificultades en algunas ocasiones y reversos en otras. Compartimos la capacidad de superación y de no darnos nunca por vencidos. Al fin y al cabo, compartimos genética; así lo llaman los médicos. Sin embargo, mi madre prefiere llamarlo pasión, compartimos una misma pasión. Tenemos pequeños secretos, algún quite que otro o algún inicio de rodillas. Después de todo, éramos socios cuando yo vendía almohadillas en la plaza de toros e íbamos a medias.
A mí me gustaría ser como ella, citando de frente, con su pequeño capote a la espalda y el corazón por delante.
Siempre me ha dicho que lo más importante en la vida es ponerle pasión a lo que uno hace. Me lo inculcó en el ruedo, pero también fuera de él; cuando jugaba al baloncesto, hacía karate o cualquier otra cosa que me alejara de ser torero.
Al final le salió mal la jugada, pero me enseñó aquellos valores que hacen que cualquier persona que tenga o que no tenga un capote entre sus manos pueda sentirse torero.
Mucho me sigue enseñando y mucho sigo aprendiendo, pero hoy me gustaría leer sobre vuestras madres que, al fin y al cabo, también son toreras."