Chipiona tiene una joya, y se llama Samuel Serrano. Una joya hecha con el metal noble de su voz y el bronce de su piel, pero también con la energía con la que se retuerce en la silla como las figuras de los lienzos de Ceballos. Y Chipiona se encontró con Samuel en una noche que fue grande, inmensa, en la que Rocío Jurado parecía indicarle con la mirada aquello que Alberti le dijo a ella: “canta, canta, canta...”, canta chiquillo a tu gente, que te está esperando.
Y era verdad. Chipiona, y tantos sienten a esta tierra como suya, llenaron una plaza que, bulliciosa y expectante a la vez, se hizo silencio cuando esa leyenda viva del flamenco que es Paco Cepero comenzó a hacer sonar su 'Aguamarina' acompañado por Paco León. No tardó en aparecer Serrano, impecable de traje azulina, corbata, roja y zapatos marrones con punteras tan largas que parecían avisar al público de lo que estaba por venir.
Valiente, Samuel Serrano entró por martinetes y, magistralmente arropado por Cepero, fue desgranando los temas de ese primer disco 'Dos caminos' gestado por el compositor jerezano a un respetable entregado que se iba acercando al escenario inconscientemente como queriendo atrapar el cante. El recital acabó en todo lo alto con la rumba 'Pares y nones'. Chipiona, su gente, ya espera, a buen seguro, la oportunidad para citarse de nuevo con su artista, ese que vive un verano triunfal y que es capaz, con personalidad y autenticidad, de andar dos caminos.