En la casa de la Cultura de la localidad sevillana de Alcalá del Río sito en calle virgen de la Esperanza nº 1, se celebró una charla-coloquio, por La Asociación de Fieles del Santísimo Cristo del Buen Fin con el título “Muerte y Resurrección del Cristo del Buen Fin.
La conferencia fue impartida por Ignacio Montaño Jiménez, en la cual en el coloquio dijo lo siguiente:
El hijo de un carpintero que nace y vive en un pueblo dominado, que predica la igualdad y el amor y que se declara Hijo de Dios, muere bajo el imperio romano con la muerte más cruenta, como blasfemo y revolucionario.
Ni quisiera decapitado ni degollado, como los profetas, sino de la forma más tétrica y terrible según Cicerón.
¡Y al cabo de más de 2000 años, Roma es conocida por la Cruz!
¿Por qué? Porque Cristo resucitó, porque vive. Y porque no hay derechos humanos o divinos en toda la humanidad que no se basen en sus Palabras y porque no hay bien que no se contenga en sus Bienaventuranzas.
Aunque nosotros, sus testigos, muchas veces nos limitamos a ser como simples partidarios de alguien que fue un hombre bueno que dijo cosas hermosas, pero que no influye decisivamente en nuestras vidas.
Y por eso, viéndonos no se ve al Resucitado.
Cristo murió por cada uno de nosotros y quiere nuestra adhesión personal a su mensaje.
Cristo resucita por cada uno de nosotros. Igual que estábamos presentes con nuestros pecados en la pasión y la muerte de Jesús, estamos presentes la mañana gloriosa de su resurrección.
Cristo resucitó de entre los muertos. Con su muerte venció a la muerte. Y con su resurrección, ha dado la vida a quienes estábamos muertos por el pecado.
Se trata del hecho más importante y singular de la historia de los hombres. Si Cristo no hubiera resucitado, repetimos que “vana sería nuestra fe”.
Un día, descubrimos a Cristo y desde entonces no sabemos ser felices lejos del Señor. Pero, caemos… Lo abandonamos, a pesar de que, a su lado aprendimos a ser felices.
Quizás una explicación a esta paradoja podamos expresarla diciendo que, con nuestros hechos, no acabamos de creer en su resurrección.
Pero el Cristo de nuestra fe es un Cristo vivo, que se hace presente de una forma palpable en el Sagrario y en el hermano. Es el Cristo Resucitado, que es “el mismo ayer, hoy y siempre”. Cuando convivimos con este Dios vivo y sentimos esta cercanía, llegamos a decir como los discípulos en el monte Tabor: ¡qué bien se está aquí, Señor!
Hoy nos acercamos a esta celebración queriendo recuperar la presencia viva de Jesucristo en nuestros corazones y en el corazón del hermano, de esta Asociación de Fieles de Cristo del Buen Fin Ilipense.
La resurrección del Señor es la verdad culminante de nuestra fe en el Nazareno, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como la verdad central y parte esencial del misterio Pascual. La Cruz y la Resurrección resumen lo humano y lo divino en Jesucristo. Y volver a la vida es la prueba definitiva.
Al terminar su alocución Ignacio Montaño Jiménez recibió de mano del Presidente de esta Asociación cofrade Jorge Jiménez Quiles acompañado del secretario de la Asociación Miguel Freire Delgado, un cuadro de su titular Cristifero, el Cristo del Buen Fin.
Redacción y Fotos Antonio Rendón Domínguez.