Presume de la plata mundialista de Miguel de Toro, formado en la capital hispalense y fichado por el Atlétic Barceloneta, al tiempo que busca patrocinador para no verse abocado a la desaparición.
Días convulsos y de sensaciones contradictorias las que está viviendo el Club Waterpolo Sevilla, sumido este verano en una evidente paradoja: “Hecho o expresión aparentemente contrarios a la lógica. Idea extraña o irracional que se opone al sentido común y a la opinión general. Contradicción, al menos aparente, entre dos cosas o ideas”. Atendiendo al diccionario, no puede considerarse de otra forma el hecho de luchar por la supervivencia en busca de patrocinadores mientras disfruta de la medalla de plata lograda el pasado fin de semana en el Campeonato del Mundo absoluto de waterpolo por la selección española masculina, integrada entre otros por el sevillano Miguel de Toro, que tras formarse en las categorías inferiores del club hispalense y jugar con éste varias temporadas en Primera daba el salto a Barcelona con 17 años para militar en distintos equipos de la máxima categoría y recalar en el combinado nacional.
La entidad sevillana, que en 2007 hiciera historia al convertirse en el primer equipo andaluz en militar en la División de Honor masculina, que jugara durante dos temporadas, presume año tras año de los éxitos alcanzados por una cantera que no cesa de dar sus frutos. Al margen de los resultados logrados por los distintos equipos de base, el último caso es el de Miguel de Toro, boya natural de Tomares que ya se colgara la medalla de bronce en la Superliga Mundial y la de plata en el Campeonato de Europa en 2018. Un año antes, el guardameta Alfonso López-Sáez fue convocado por la selección absoluta, donde coincidía con De Toro, disputando además el Campeonato del Mundo júnior. Ese mismo año, Pablo López-Sáez acudía a la llamada del combinado nacional sub17.
A nivel de club, después de disputar la promoción de ascenso a la máxima categoría hace solamente dos campañas y tras ser cuarto las cuatro precedentes y la 2017/18, quedándose a las puertas de la élite durante seis ejercicios consecutivos, el Waterpolo Sevilla perdía el tren de Primera Nacional la pasada primavera. Consecuencia del relevo generacional, ha regresado a una categoría de bronce en la que no militaba desde hace 15 años (2004), en los que ha sido el gran referente andaluz. Por el contrario, este curso sus categorías inferiores han seguido acumulando éxitos a nivel territorial, situándose además entre los siete mejores de España en las citas nacionales juvenil y cadete masculinas. El broche de oro lo ponían los alevines, que se proclamaban campeones del Nacional oficioso de la categoría en la Copa Fanáticos. Orgullo de cantera y futuro garantizado.
Pero a pesar de todo, la falta de patrocinadores ha situado al borde del abismo a una entidad que para proseguir su andadura necesita más respaldo económico. Y con urgencia. Y más sabiendo que la pérdida de la categoría por parte del primer equipo masculino conllevará una menor retribución en cuanto a ayudas institucionales por parte del Ayuntamiento de Sevilla y la Junta de Andalucía, con la que este mismo verano impulsara una reunión de los clubes de waterpolo de la región para demandar más colaboración.
Conscientes de la delicada situación y a la espera del ansiado patrocinador, los directivos del Club Waterpolo Sevilla decidían dar un primer paso hacia adelante a finales de junio al inscribir a la entidad en Segunda Nacional.
El balón ya está en el agua…