Carlos Crivell.- La Danza de los Sentidos es un libro que han realizado de forma coral tres fotoperiodistas de categoría: Conchitina Andrés, Esther Lobato y Cristina Quicler. Es una obra ambiciosa con el objetivo de reflejar lo que es un barrio que late junto a un edificio tan especial como el de la Real Maestranza de Caballería. Es una obra de toros, sus personajes y su ambiente, en la que no hay sangre, un detalle muy recalcado pero que tampoco era necesario. La Fiesta de los toros es una simbiosis perfecta de muchas sensaciones, de ahí lo de la danza de los sentidos, pero en la que la sangre está y debe estar presente. Este detalle no le resta ningún valor a la obra.
Las tres se han movido por la plaza de toros y sus alrededores para captar en un disparo vidas en torno a una profesión y una afición. Todos los que aparecen son ejemplos de amor por el toreo. De la calidad de las fotografías no me atrevo a decir nada porque no estoy capacitado para hacerlo. Me parecen maravillosas, pero insisto en que es la opinión de un lego en la materia.
Este libro es una joya por su presencia y su contenido. De forma coral han pulsado todas las teclas de la fiesta en un recinto único como la plaza sevillana, pero me quedo con los personajes retratados como símbolo de una vida que late con fuerza en cada corrida de toros.
Como carretero de toda la vida echo en falta una instantánea de mi hermandad, que por cercanía y devociones también es torera, aunque no tenga la fama de otras en Sevilla. El Arenal ha sido muchas cosas en la historia y los toneleros de la Carretería son parte de su vida pasada. Pero esto no debe ser entendido como una crítica a un trabajo muy bueno, ya por la elección de los tipos, ya por la calidad de las fotografías.
Esther, Conchitina y Cristina han captado el alma de un barrio, que no solo es el que tiene a la Maestranza en sus entrañas, sino que es mucho más, tal vez ahora ahogada por un turismo de aluvión, pero sellada por su historia rica y trascendental para la cuidad y para todo el mundo.
La sede de la Fundación Cajasol de Sevilla acogió la presentación de un libro en el que los personajes aparecen sin mascarillas. Lo que debió ver la luz hace un año lo hace ahora. Mejor así, sin máscaras. En sus páginas hay mucha nostalgia con la presencia de quienes nos han dejado, como nuestro inolvidable Rafemo. Curro Romero sonríe a la cámara, aunque se quejó de que estuvo casi dos horas posando, y Pablo Aguado, la última Puerta del Príncipe, vuelve a vivir su momento de gloria.
Habló el presidente de Cajasol Antonio Pulido, y dejó latigazos de emoción Carlos Herrera, que como es muy sabio vive en el Arenal, el sitio del mundo donde algunos hemos tenido la suerte de haber nacido. Dijo que el libro es una colección de espíritus. Y habló del río Betis y su pasado. Las autoras contaron los entresijos de la obra. Me quedo con aquello de que “le hemos puesto rostro a las personas muy generosas que trabajan en torno a una tarde de toros en Sevilla”. Todo aconteció bajo la moderación maestra de Marina Bernal.
Así fue la presentación de La Danza de los Sentidos, una obra para paladear a fondo una de las cosas más bellas que ocurren en Sevilla.