La biografía oficial autorizada de la periodista y Miss España 1972.
Prólogo de Agustín Trialasos, periodista Rocío Martín, que ha vivido, y vive, esa vida múltiple y varia, tratando de avivar siempre en su corazón el ritmo del amor a su gente, ha querido contarnos ahora, a tumba abierta, la novela de su existencia.Sincero, a veces crudo, su relato viene a ser una confesión pública o, si prefieren un titular amarillista, el desnudo de una Miss España. Aún más: El desnudo de una vendedora de grandes almacenes –Galerías Preciados, “in illo tempore”-que, al cabo de los años, se ha convertido en lo que llaman una comunicadora y, como tal, en una muy popular chica de la televisión y de la radio.En estas memorias que ha escrito con el escritor Gaspar Sánchez Salas, la “Miss España” que, en su momento de “belleza oficial” tuvo ofertas muy tentadoras de grandes de la televisión y del cine, Chicho Ibáñez Serrador, Valerio Lazarov, José Luis Dibildos…, nos abre de par en par su baúl de los recuerdos para que, una vez compartidos su intimidad y sus secretos, descubramos su misterio y comprendamos su manera de vivir, siempre de acuerdo con los criterios que conforman su personalidad […]Javier de MontiniPeriodistaCuando la conocí, lo primero que se veía en ella eran unos ojos pro- fundos y chispeantes, una sonrisa deslumbrante y una simpatía arro- lladora, además de un cuerpo de cánones clásicos (vamos, de mareo). Tenía dieciocho años y acababa de ser elegida Miss España 1972, tras presentarse al certamen con el título de Miss Sevilla. Como anécdota diré que su gran rival en el concurso fue la cordobesa Mercedes Velasco y se alzó con el título de Miss Fotogenia, Jenny Llada.Recuerdo que en la rueda de prensa posterior a la elección, una de sus primeras declaraciones fue: «Trabajo de dependienta en Galerías Preciados y soy la primera Miss España de Acción Católica». A la semana siguiente toda España conocía el rostro de Rocío a través de las revistas del corazón, ya que en aquella época todos los medios de difusión daban una amplísima cobertura a este certamen y popularmente era como el cuento de la Cenicienta […]
La biografía de la periodista y Miss España 1972
AHORA ES EL MOMENTO
Creo que ha llegado la hora de presentar a mi gente el libro que siempre he querido escribir. Recuerdo que cuando yo leía una novela o veía los culebrones que echaban por la tele, me decía a mí misma: “Si alguna vez relatara mi vida, la gente no se la creería, porque esto que veo no es nada para lo que me ha pasado a mí”. Quienes me conocen me lo han pedido muchas veces también: “Rocío, escribe tu vida, que tienes mucho que contar y a tu gente le va a gustar leerte”. Pero si tengo que ser sincera –y lo voy a ser, por supuesto- también debo decir que nunca, hasta ahora, he creído que fuera el momento idóneo de hacerlo, y me explico. A pesar de que escribir un libro es una forma de comunicar que me ha seducido siempre -porque creo que la palabra escrita es la continuación de ese trabajo cara al público que llevo realizando desde hace ya muchos años-, no me he puesto antes a ello porque sé que podría haber dañado a personas de mi entorno y eso no me lo hubiera perdonado jamás. Aparte de que sólo en este momento es cuando de verdad siento esa necesidad interior de confesar y desnudarme por entero, de darme a las personas a quienes quiero y me quieren, especialmente en ocasiones como la de hoy, en que me gusta recordar los mejores momentos de mi vida mirando las fotos de hace ya algunas décadas. ¡Cómo pasa el tiempo! Con frecuencia voy ojeando estos álbumes familiares que tengo en mis manos. Muchas de esas fotos están en blanco y negro. Me detengo en algunas de ellas y no me harto de verlas sentada en mi sofá. ¡Es como si viajara al pasado, pero de verdad! Algunas las voy sacando del plástico que las protege y las voy poniendo sobre una mesita supletoria mientras bebo sorbitos de agua sin hacer nada por contener la emoción. Estas instantáneas que toco -e incluso huelo- me hacen recordar momentos maravillosos vividos al lado de mi familia y he decidido que las más entrañables aparezcan en mi libro siguiendo la cronología de mi relato.
Echo en falta a personas muy importantes en mi vida como mi madre, ella lo ha sido –lo es- todo para mí, y lo seguirá siendo junto a mis hijos. Jamás me gusta hablar en pasado de mi madre, a pesar de que ya no esté aquí conmigo. Lo que de verdad me importa es que la sigo sintiendo, sé además que me ayuda, ahora más que nunca, y quiero que este libro sea, sobre todo, un merecido homenaje a ella, a ese ser de luz, a la gran luchadora, a esa gran matriarca, tan especial… También, como decía antes, creo que es justo el momento de darme sin obviar mis verdades por evitar herir, y digo que es justo el momento porque al fin puedo hacerlo desde la más absoluta libertad, sin cortapisas, aunque tengo que aclarar que silenciaré cosas que afecten a otras familias que nada tienen que ver conmigo en la actualidad. Ahora es cuando siento y percibo haber tomado las riendas de mi vida y poco a poco voy pudiendo desprenderme de los lastres que me han impedido realizarme como persona este tiempo atrás, es como si renaciera de mis propias cenizas, algo difícil de explicar si no se experimenta en carne propia como yo lo estoy haciendo en esta etapa de mi vida. Libertad es una palabra que a lo mejor antes no le había dado el significado que ahora sí sé apreciar, yo creo que nunca he sido tan libre como ahora lo soy, incluso había momentos en que pensaba que yo había nacido casada y con hijos, ¡ya me dirán ustedes…! Actualmente ya cada uno está situado en su lugar, y por eso he decidido confesarme con la misma autenticidad que creo haber tenido siempre, sin engañar, ni engañarme, sin falsedad de ningún tipo, ni adoptando ridículas “poses” porque les puedo asegurar que eso nada tiene que ver conmigo, mi personalidad siempre ha sido la misma tanto delante, por ejemplo, de una cámara –en que muchas personas sobreactúan sin saber que la cámara es lo más transparente del mundo, el objetivo capta fielmente lo que eres y no se le puede engañar nunca- como en privado, cuando he compartido momentos y vivencias con mi gente de toda la vida, y así lo podrían poner de manifiesto quienes de verdad me conocen.
Debo decir, igualmente, que tomé la decisión de escribir este libro en medio de un pequeño calvario personal por el que todavía estoy pasando y del que saldré tarde o temprano. Levanté un teléfono y hablé con Gaspar Sánchez Salas, a quien me une una excelente relación de amistad desde hace tiempo, cuando trabajaba como secretario de Camilo José Cela y en más de una ocasión tuve la oportunidad de entrevistarlo por alguno de sus libros y asistir a alguna de sus presentaciones. He decidido que sea él quien me ayude en esta empresa porque una se retrata muy mal a sí misma y es preciso que alguien ajeno a ti, pero con la suficiente confianza y capacidad para escribir, te vaya haciendo ver cómo se han de ir colocando esos episodios que nos van conformando como personas y nos otorgan esa identidad de la que muchas veces no somos ni siquiera conscientes de poseer.
¿Renacer después de verme retratada como si fuera una especie de catarsis?, pues no lo sé, esto es un término recurrente, la verdad, pero en realidad tampoco es el objetivo, renací más bien cuando superé un cáncer, salí de la enfermedad luchando y esto sí debe ser otro motivo más que suficiente como para justificar parte importante de las presentes páginas ya que quiero ofrecer esperanza a quienes padezcan el maldito mal de la sociedad moderna. Lo que sí creo, honestamente, es que compartir experiencias vitales nos hacen a todos y todas mucho más fuertes. Sin ir más lejos, el mero hecho de ir escribiendo estos renglones y de expresarme a través de mis conversaciones con Gaspar me ha servido como verdadera terapia. En este mismo sentido me recordaba también Gaspar no hace mucho que yo había pasado de la risa al llanto mientras relataba mis vivencias y en cuestión de pocos minutos. Sin duda, esos diversos estados de ánimo se reflejarán también en mi libro, es natural, además he sido capaz de ver mi vida desde fuera y ese hecho me ha ayudado para superar miedos, temores y para adquirir recursos que me valen para luchar. No se viven del mismo modo los acontecimientos cuando se está dentro de ellos que cuando se les intenta poner distancia con el fin de analizarlos y comprenderlos. Me he dado cuenta de que soy más fuerte de lo que pensaba realmente. En definitiva –y resumiendo- escribir este libro me ha supuesto una experiencia de autoayuda indispensable, eso es innegable, y aquí está el conjunto de lo que soy, tal cual, ni más ni menos.
Respecto al título, “Mí pola”, si mi madre viviera sabría ella misma dar la explicación de por qué lo he elegido, pero como desgraciadamente no la tengo aquí conmigo, seré yo quien lo deba explicar y ustedes lo comprenderán perfectamente, ya lo verán. Se trata de una expresión propiamente mía que yo utilizaba con frecuencia cuando era una niña, además lo hacía como una “gracia”… ¡sí!, ¡sí!, recuerdo que de muy chica cuando hacía alguna pequeña travesura como, por ejemplo, meter un muñeco de cartón en el agua que –por otra parte- había costado carísimo y se reventó entero, me preguntaba mi madre: “Pero Rocío, ¿quién ha hecho esto?”, y yo siempre respondía: “Mí pola”, (“Yo sola”), claro, yo sola, sin ayuda de nadie. Por eso he titulado mi libro así, porque me he encontrado siempre sola para todo y en todo momento: “Yo sola” frente a la vida, “yo sola” frente a los avatares, “yo sola” frente a los acontecimientos, a las dificultades… “Yo sola”, es el título perfecto, además no es una mera percepción mía, ha sido y sigue siendo una realidad que me persigue. Si rememoramos: Fui Miss España sin que nadie me ayudara; jamás he tenido ningún padrino que me avalara en mi trayectoria profesional; mis aciertos y mis fracasos han sido sólo míos, incluso los matrimoniales. Aquí vendría a colación aquello de “Yo soy yo y mi circunstancia”…Poco más cabría añadir, sobre todo, cuando en estos momentos vuelvo a tener la sensación de estar de nuevo en ese estado de soledad que no me gusta. Siento realmente que me han quitado la vida, es como si me faltara algo y creo que lo mejor será tener el coraje de empezar de cero. Me ayuda mucho poder estar con quienes quiero de corazón, por eso a mi gente doy todo, me entrego completamente a ella, pero debo reconocer que de la misma manera que tengo capacidad de querer, manifiesto un odio profundo hacia la falsedad y la deslealtad de esas otras personas que he tenido muy cerca y que no han sabido estar a la altura de las circunstancias cuando ha llegado el momento de demostrarlo. Me repugna la mentira y no tienen cabida en mi vida quienes hayan podido urdir artimañas teniéndola como bastión. Nunca he entendido que se tergiverse la verdad porque tarde o temprano esta prevalece por encima de todo -y de todos-. Lo real, lo puramente objetivo aflora siempre, y ahí ya no caben torpes argumentos que puedan negar la evidencia. He de confesar a tumba abierta que me han hecho daño utilizando la incongruencia, la pose descarada -y, a mi juicio, descarnada- pero también es verdad que reniego regocijarme en lo negativo, más bien lo tengo apartado, relegado a un segundo plano y espero, con el tiempo, volver a sentirme útil, retornar a mi esencia, a lo que de verdad soy.
¡Necesito confiar, una vez más, en mí y en los míos!
¿Perdonar?, ¡no perdono!, y ¿olvidar?, jamás. Si dejamos olvidadas nuestras vivencias, volveremos a cometer los mismos errores del pasado una y otra vez, de manera interminable. La memoria nos hace aprender, también nos fortalece y eso conllevará siempre una superación personal. Por otro lado, sé que, afortunadamente, puedo rehacer mi vida porque no me ata lo más mínimo el ladrillo, he podido vivir en cualquier sitio, ¡siempre!, moldeando ese lugar a mi entero gusto, convirtiéndolo en mi refugio, en mi espacio personal, en mi hogar…
No hace mucho, leí una frase del actor estadounidense -lamentablemente fallecido hace pocos años-, Robin Williams, que me llamó mucho la atención, y decía textualmente: “Solía pensar que la peor cosa en la vida era terminar solo. No lo es. Lo peor de la vida es terminar con alguien que te haga sentir solo”, y me he sentido muy identificada con esta expresión, lo confieso. En este momento de mi vida he sabido lo que es la soledad aun estando acompañada, y eso es duro para alguien acostumbrada a ser esa parte fuerte, aunque en el fondo necesitara un hombro para apoyarme de vez en cuando. Me he llevado treinta y cinco años con una persona a quien he querido, con quien he formado esa familia completa que a mí nunca me dieron y, de repente, de la noche a la mañana, me doy cuenta de que una vez más me encuentro sola, con la angustiosa sensación de engaño y abandono. Parece como si este fuera mi estado natural y siempre tuviera que retornar a él de manera inevitable. En fin, aunque desarrollaré esto en capítulos posteriores, les adelanto que pasar por un divorcio no es nada fácil, me comprenderán aquellas personas que estén en esta misma situación o la hayan padecido alguna vez.
Vuelvo a los recuerdos, a los míos, a esos que me acompañarán siempre, los que son como mi equipaje. En mi caso quiero quedarme con los que de verdad aportan algo en mi vida, buenos y malos, y aquí los presento a ustedes en forma de libro esperando, de corazón, que estas páginas sean solamente el comienzo de un largo y fructífero viaje en compañía. Gracias por estar conmigo.