Vestía de rojo, no podía ser otro color, Belén López se vistió de pasión para presentarse musicalmente en Sevilla, su tierra natal. Ha conseguido como actriz el reconocimiento del público, la crítica y sus compañeros, pero ella quiere más, quiere seguir expresando y contagiando emociones. El sitio escogido tenía una intrahistoria especial, Platea Odeón, ubicado en la antigua estación de trenes Plaza de Armas, en el barrio en el que creció con su hermano, Txiqui López, responsable de poner imagen a las canciones de Belén en el escenario, dibujando simultáneamente en el telón de fondo. “Desde este lugar cogí el primer tren que me llevó a Madrid dejando Sevilla”, recordaba la artista emocionada. Platea Odeón se llenó la noche del sábado 4 de noviembre porque Belén además de artista polifacética es coleccionista de amigos y estaban con ella en el escenario y también entre el público. Junto a Belén,a la guitarra, Añil Fernández, su compañero de vida y musical, y entre los artistas invitados desde Rosario “La Tremendita”, Alba Molina, Rocío Soto y Lin Cortés. Al violín Michael Tomas y El Tobalo en la caja. Belén ama la música y se nota, ama el arte y se delata y ama a sus amigos y también es evidente. Reunir a un elenco de esa categoría en el escenario es imposible de monetizar. El dinero no puede pagar muchas cosas y Belén lo sabe, ha conseguido construir una carrera artística a base de tesón, trabajo y mucho amor.
La sevillana de mirada chispeante le cantó a “La culpa” (“cuesta mucho liberarse de ella y yo prefiero hablar de responsabilidad”), le cantó a la pena y a la sonrisa, voló alto, recordó su pasado en Italia en italiano y le hizo un guiño a París. También cantó a Lorca e interpretó en inglés, y por supuesto no faltaron sus “Mil mujeres”, ese himno musical reivindicativo que tantas mujeres han hecho suyo, “porque una vez que llegas es muy complicado volver atrás”, decía. Y habló, se explicó , y recordó: “Me he hecho todas las terapias del mundo buscando la sonrisa para no dejar que la pena se instale, sonriendo para engañar al cerebro, y cuando lo practicas mucho sale”.
Una vida intensa que ha vivido un mujer de alta sensibilidad y ha sabido transformar en arte con una dosis de energía inagotable que la hace bailar, reír , llorar y convertir las emociones en belleza. Belén López quiso cantar en Sevilla de donde salió con un sueño: ser artista, pero ella ya lo era, y no lo sabía, lo es, y sigue sin "creérselo", y además tiene la capacidad de transmitirlo.