Algo tendrá la capa para que los habitantes de la península ibérica lleven echándose a los hombros desde la noche de los tiempos. Los celtíberos ya la llevaban, después los romanos, los árabes innovaron con sus albornoces –antes de que se vendieran en Portugal más baratos- que eran una especie de capas con capuchas, y en la Edad Media se extendió su uso tanto entre la plebe como entre la nobleza. Y fueron los Duques de Béjar, en el siglo XIV, los que impulsaron la fabricación de esta prenda gracias a la elaboración de un tipo de tela de gran calidad, fruto de la industria textil de su región, que se convirtió en componente esencial de las capas más selectas. A día de hoy, la tela de Béjar sigue siendo un elemento distintivo de calidad. Es en el siglo XIX cuando los gabachos le dan el nombre de capa española con el que pasaría a ser conocida en todo el mundo.
En Sevilla, la Asociación Amigos de la capa española, celebraron la fiesta de fin de curso como es tradicional cerrar el año con diferentes festejos y conmemoraciones.
Esta celebración, lo hicimos con un paseo por el Parque de María Luisa con guía, donde vimos y nos explicó con detalle los principales monumentos, glorietas y jardines del parque sevillano, así como la Plaza de España , terminando en la plazuela, rotonda de Gustavo Adolfo Becquer, donde hubo recitales y poesías acompañado de una tuna que se encontraba en el lugar,lo que hizo muy bonito y romántico el momento.
Posteriormente pasamos al restaurante "El 29", en el mismo parque Maria Luisa donde con una copa de bienvenida nos reunimos todos los capistas y a continuación el almuerzo, donde en los postres y tras los brindis por la unión de la capa,se le ofrecieron a las sra. capista sendo ramos de rosas. También se nombraron a los capista presente con senda rifa de un manto de manila para las Sra y para los caballeros un juego de gemelo para camisa y por todos aquellos capista que por una causa u otra no han podido estar en especial por aquellos que dicha causa por una enfermedad o recuperación de la misma.
Foto Antonio Rendón Domínguez