Cuentan que un día el diablo les dijo a los ecijanos: Vosotros que tanto amáis al Sol, ¿queréis llegar a él? Para ello tendréis que construir doce torres, ni una menos. Los ecijanos, que efectivamente sentían una gran admiración por el astro rey, comenzaron entusiasmados la tarea que el diablo les había señalado
Sevilla salió pero, aún así, la boda del otoño a menos curiosos y menos prensa de lo que se esperaba. La expectación se mantuvo aunque, de cinco a siete de la tarde, lo más joven que se vio por los alrededores fue a Enrique Ponce y a Luis Astolfi secundados por muchos políticos sevillanos de segunda fila, que tuvieron que llegar a pie mientras el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, a quien por aquí llaman «el cabezón», entró en coche oficial hasta el patio donde no maduran los limones, porque los que colgaban de los árboles estaban de lo más verdes.