Es posible que el discurso de Rajoy en las Cortes se haya correspondido con las formas y la extensión debidas a una investidura. Más que posible, seguro. De eso sabrá el presidente -es obvio- mucho más que yo, un simple ciudadano que observa y hace sus cábalas a años luz de la inteligencia y la capacidad de don Mariano. Además, todo acto parlamentario tiene los precedentes que marcan su medida. Pero también es posible que guardar las formas no siempre y forzosamente sea lo conveniente. Nunca está de sobra considerar la posibilidad de las excepciones. Y España pasa ahora mismo por una situación excepcional sobre la que traza todas sus coordenadas.