El periodista y escritor sevillano Francisco Narbona falleció en la madrugada del martes, a la edad de 89 años, en su domicilio situado en una urbanización de Boadilla del Monte (Madrid). Francisco Narbona, padre de la actual ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, comenzó su intensa y prolífica actividad periodística en sus años universitarios.
Desde 1936 colaboró en los diarios Fe y Sevilla, llegando a ser director del primero. También fue corresponsal de Abc. En otra de sus etapas trabajó en el diario Sur. Posteriormente participó en la fundación de la revista semanal Diez Minutos.
Junto a su labor periodística en varios medios escritos, Paco Narbona como era conocido entre sus compañeros de profesión convirtió en familiares su voz y su cara cuando fue nombrado corresponsal en Italia de Radio Nacional de España y de Televisión Española. A través de sus crónicas, siempre precisas y rigurosas, plasmó durante varios años el pulso diario de la actualidad italiana a través de su corresponsalía en Roma. Posteriormente, entre sus múltiples tareas, asumió la dirección del Centro Regional de TVE en Andalucía (1975- 81).
En su dilatada trayectoria cosechó numerosos premios prestigiosos, como la Antena de Oro, Popular del año, premio que anualmente concedía el diario Pueblo y Sevillano del año.
En su vida, que consagró al periodismo, tuvo como máxima afición la tauromaquia. Y así, durante la década de los años 50 del siglo pasado, puso su pluma al servicio de la crítica taurina, firmando con asiduidad en la revista El Ruedo, con escarceos en otras publicaciones hasta llegar a coordinar en los 80 el magnífico anuario taurino que publicaba la Asociación de la Prensa de Madrid. Entre sus últimas colaboraciones taurinas en prensa se encuentran las que publicó en Diario de Sevilla, en el año 2000, bajo el epígrafe Tercio de quites, donde se adentraba de manera amena en distintos aspectos de los grandes maestros de la tauromaquia.
Dentro de la parcela taurina se distinguió como un escritor consumado, con obras magníficas, como las biográficas sobre los matadores de toros Rafael El Gallo (1948), José Belmonte (1956) e Ignacio Sánchez Mejías escrito al alimón con Antonio García Ramos (1988) y Manuel Rodríguez Manolete (1989). Otros libros de gran significado fueron Sangre en la arena. Víctimas del toro en el siglo XX y, especialmente, La Maestranza... y Sevilla. 1670- 1992, plaza cuya historia investigó profundamente en los archivos maestrantes.