La Duquesa de Alba pasó el puente de la Hispanidad en Sevilla, tenía una cita importante, acudir en la Maestranza a la corrida a beneficio de la Cruz Roja en la que Salvador Cortés se encerró con seis toros triunfando, y recordar una fecha muy especial,el 12 de octubre se cumplieron sesenta años de su boda en Sevilla con Luis Martínez de Irujo, su primer marido y padre de sus hijos.
La propia Duquesa de Alba hablaba así de aquel día y de los recuerdos de su boda con Luis Martínez de Irujo
- Guardo de mi boda en Sevilla un recuerdo imborrable y una íntima emoción. Hace mucho tiempo de aquel día pero permanece en mi memoria la salida de Dueñas, en el coche de mulas, con borlas blancas, que iba enjaezado a la calesera y adornado con el escudo de la Casa, y la llegada a la catedral, por la puerta de San Miguel que da a la Avenida. En las aceras, decenas de personas se agolpaban, aplaudían y nos vitoreaban. Querían acompañarnos en aquel día tan especial y yo lo he agradecido siempre. Eran tiempos difíciles».
«Salí de Dueñas - continúa la duquesa de Alba- , acompañada, como durante toda la ceremonia, por mi padre, que vestía el uniforme de maestrante. Mi vestido lo hizo Flora Villarreal y era muy de la época». De raso natural, con encajes antiguos y velo de tul ilusión. Este vestido se exhibirá a partir de noviembre en el Museo del Traje de Madrid, en una exposición sobre diseños de novia de los siglos XIX, XX y XXI. Para completar el conjunto, la entonces duquesa de Montoro llevaba la diadema de perlas y brillantes, regalo de bodas de Napoleón III a la emperatriz Eugenia. Fue un auténtico privilegio casarme en el altar mayor de la catedral y que oficiara la ceremonia el entonces arzobispo de Valencia, Marcelino Olaechea, salesiano. Al término de la ceremonia, Luis y yo subimos al coche de mulas, fuimos a la Macarena, donde ofrecí mi ramo a la Virgen de la Esperanza. Regresamos a Dueñas, donde se celebró el convite».Su padre, duque de Berwick y de Alba ,ejerció de padrino, en representación del conde de Barcelona,. El novio vestía con frac.
Esta fecha tan especial hizo que también Cayetana estuviera más sensible y dispuesta a hablar de la reciente separación matrimonial de su hijo Cayetano, Conde de Salvatierra. Ella sigue confiando en que esta separación no es definitiva y asegura que la pareja podría darse otra oportunidad:
- Es posible que mi hijo y Genoveva Vuelva, aseguró al ser preguntada
¿Entonces la separación no será definitiva?
- es algo temporal, momentáneo,confío en que vuelvan
Guardo de mi boda en Sevilla un recuerdo imborrable y una íntima emoción. Hace mucho tiempo de aquel día pero permanece en mi memoria la salida de Dueñas, en el coche de mulas, con borlas blancas, que iba enjaezado a la calesera y adornado con el escudo de la Casa, y la llegada a la catedral, por la puerta de San Miguel que da a la Avenida. En las aceras, decenas de personas se agolpaban, aplaudían y nos vitoreaban. Querían acompañarnos en aquel día tan especial y yo lo he agradecido siempre. Eran tiempos difíciles».
Sí, eran tiempos difíciles, como le comentaba la duquesa de Alba a mi compañera María José Carmona, en la evocación de su enlace, pero Sevilla fue una fiesta y todo el mundo salió a la calle para arropar a su aristócrata más popular.
El 12 de octubre era domingo, por eso los lectores de ABC - entonces los lunes no había periódicos- tuvieron que esperar al martes para leer la esperada crónica de José María Tassara. «Doce de octubre. Fiesta del Pilar. Día de la Raza. No cabe fecha más española ni más adecuada para una exaltación de nuestra histórica nobleza, como la que nuestra ciudad presenciara el pasado domingo y la cual tuvo dos marcos inigualables: la Catedral Metropolitana y el Palacio de las Dueñas». Así comenzaba el periodista su crónica sobre un acontecimiento que regocijó a Sevilla en una época de privaciones y grisuras.
«Salí de Dueñas - continúa la duquesa de Alba- , acompañada, como durante toda la ceremonia, por mi padre, que vestía el uniforme de maestrante. Mi vestido lo hizo Flora Villarreal y era muy de la época». De raso natural, con encajes antiguos y velo de tul ilusión. Este vestido se exhibirá a partir de noviembre en el Museo del Traje de Madrid, en una exposición sobre diseños de novia de los siglos XIX, XX y XXI. Para completar el conjunto, la entonces duquesa de Montoro llevaba la diadema de perlas y brillantes, regalo de bodas de Napoleón III a la emperatriz Eugenia.
«A las doce y media, siendo recibida con una gran ovación, llegó la novia - leemos en la crónica de ABC- . La acompañaba su padre y padrino, en representación del conde de Barcelona, duque de Berwick y de Alba. En la puerta de San Miguel esperaba el novio, que vestía frac».
«Fue un auténtico privilegio casarme en el altar mayor de la catedral - prosigue la duquesa- y que oficiara la ceremonia el entonces arzobispo de Valencia, Marcelino Olaechea, salesiano. Al término de la ceremonia, Luis y yo subimos al coche de mulas, fuimos a la Macarena, donde ofrecí mi ramo a la Virgen de la Esperanza. Regresamos a Dueñas, donde se celebró el convite».
Leer articulo completo en : http://www.abcdesevilla.es/20071012/gente- gente/sesenta- aniversario- boda- duquesa 200710120319.html