La bailaora sevillana Manuel Vargas, fallecida en Madrid el viernes pasado a los 69 años de edad, fue enterrada este domingo en el cementerio de San Fernando de Sevilla, donde fue despedida por familiares, amigos y numerosos artistas de su generación.
Una mañana plomiza y lluviosa, en uno de los primeros días del siempre tardío otoño sevillano, sirvió para despedir a la bailaora que el año pasado recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y que, pese a haber residido muchos años en Madrid, expresó a sus familiares su deseo de ser enterrada en su tierra natal.
Entre el centenar de asistentes se encontraba el director de la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla, Domingo González, quien ha acompañado a los familiares de la fallecida y ha resaltado la conexión que entre baile y danza tuvo siempre el recorrido artístico de Manuela Vargas.
Familiares y compañeros de profesión
Sus hijas Rocío y Macarena y su hermana Carmen, cuyo nombre artístico como bailaora fue "Bolo", han sido algunos de los familiares de la bailaora que han asistido al cementerio, junto a numerosos artistas como Antonio Fernández "Fosforito", Josefa Cotillo "La Polaca", Matilde Coral, Cristina Hoyos, Manuel Marín y Salvador Távora, entre otros.
El coreógrafo y maestro del baile Manuel Marín fue, de los artistas que hoy asistieron al entierro, uno de los que más relación sostuvo con la fallecida, a quien conoció en sus juveniles tiempos de "El Guajiro", donde una adolescente Manuel Vargas se dio a conocer como artista.
Manuel Marín le hizo las coreografías de la "Fedra" que Manuela protagonizó bajo la dirección de Miguel Narros, y ha dicho de ella a Efe que "aunque suene a tópico, era excepcional porque nunca fue una bailaora de estudio, era irrepetible y nunca hacía dos veces lo mismo; aunque no fuera una bailaora muy técnica era todo a la vez, flamenca y contemporánea, era Marta Graham y era Carmen Amaya; tenía algo que no se aprende".
La bailaora y coreógrafa Cristina Hoyos la ha calificado hoy de "estupenda, maravillosa y gran profesional" y ha recordado que cuidaba todos los detalles y salía a bailar "como nos gusta en Sevilla, muy arreglada y muy bien planchada", mientras que otra maestra de bailaoras, Matilde Coral, que conservó la amistad con la fallecida hasta el último momento, ha seguido al pie el cortejo fúnebre, pese a sus dificultades físicas.
El actor Roberto Quintana, que hizo con Manuela una "Doña Rosita la Soltera", también de Narros, la ha calificado de "una persona muy especial", mientras que el dramaturgo Salvador Távora la ha descrito como un artista "de cuerpo entero" y como "una bailaora actriz de la distinción", ya que ha asegurado que tuvo "un sello de distinción".
Fosforito ha destacado el acento "muy dramático" que Manuela imprimía a sus actuaciones, y La Polaca la ha calificado de "una gran bailaora, artista y amiga.
El cantaor Curro Fernández ha afirmado que "era una diosa en el baile, porque lo tenía todo" y, en declaraciones a los periodistas se quejó en el cementerio de que no hubiera asistido ninguna autoridad, "ni siquiera las de Cultura, que luego hablan tanto del flamenco".
La esposa de Curro Fernández, Pepa Vargas, ha señalado que "era la mejor del mundo por como bailaba, por como vestía y por como era... era una señora".
En la misiva, remitida a Europa Press, la artista trianera Matilde Coral afirmó que tras conocer la noticia de su muerte, 'en el día de la Virgen del Pilar, son tantos los recuerdos que han venido de pronto a mi cabeza que no puedo reaccionar en los pensamientos y cada uno brota como puede'.
'Tengo que decir que Manuela Hermoso Vargas, una de las bailaoras punteras de Sevilla y de Andalucía, era mi amiga y compañera desde los años 50 en que debutamos en el cortijo 'El Guajiro', con nuestras calamidades, en aquellos años tan críticos, nuestras familias, cada una con sus problemas, sin trabajo, sin dinero, y nosotros bailando con los estómagos medio vacíos', señala en la carta.
'45 PESETAS PARA COMER Y VESTIRNOS'.
Coral recuerda que 'ganábamos 45 pesetas y con eso teníamos para comer al día siguiente y medio vestirnos, y todo eso gracias al pionero de los tablaos flamencos de la segunda mitad del siglo XX, Jesús Antonio Pulpón, que hizo con su constancia en nuestro arte verdaderas obras. Entre ella tú, que eras el cuerpo más hermoso de las noches de 'El Guajiro' con tu bata de cola blanca de organdí. Trini España, con ese baile tan barroco, Farruco, Rafael el Negro... Todos los que están y los que se han ido lloramos hoy tu muerte'.
En cuanto a la medalla, la bailaora escribe a su amiga que 'hace poco estuvimos hablando de la medalla de las Bellas Artes que Sus Majestades los Reyes te otorgaron el año pasado en Córdoba. Te has ido sin la de Andalucía, pero todos te recordaremos siempre con ese cuerpo como el de una sierpe y esa forma de bailar como una Xirgu flamenca'.
Así, añade que 'dejaste para la historia tu papel de Medea, en la obra del mismo nombre que dirigió el Maestro Granero con música de Manolo Sanlúcar. Tú te creías Medea, tú que tan buena hija y tan buena madre has sido hiciste tuyo ese papel. Nadie sabe cuántos escalones ha subido ni cuántos cristales has traspasado sin romperlos ni mancharlos para que tu nombre haya sido escrito con letras de oro en la historia del baile'.
'Hoy nos has dejado un gran vacío, sólo le pido a Dios que nos volvamos a ver y que podamos comentar tantas cosas hermosas que en medio tantas penurias hemos vivido. Mis lágrimas pueden conmigo', concluyó Matilde Coral en su misiva.
La bailaora sevillana Manuela Vargas falleció ayer en Madrid, a los 69 años de edad. El entierro se celebrará mañana al mediodía en el cementerio de San Fernando de su ciudad natal, con representación de equipo de gobierno municipal hispalense, según informaron a Europa Press fuentes cercanas a la artista.
Manuela Hermoso Vargas empezó a trabajar a los 12 años en el tablao El Guajiro, lo que le permitió tomar clases de baile con Enrique el Cojo. Su gran oportunidad le llegó en 1964, cuando ganó el Premio Internacional de Danza del Teatro de las Naciones de París, con el espectáculo Antología Dramática del Flamenco, de José Monleón.
Después comenzó con sus propias compañías, en las que podía montar espectáculos a su medida, en los que ha cuidado extraordinariamente los aspectos plásticos, rodeándose siempre de muy buenos profesionales.
En 1984 la 'Medea' del Ballet Nacional, con Miguel Narros, le dio otro notable triunfo personal. De fuerza arrolladora y tremenda personalidad, la bailaora se impone a los personajes que representa, convirtiéndolos en muchos casos en un maravilloso fenómeno sobre un escenario. Ha colaborado con el mundo del cine en películas como 'La flor de mi secreto', de Pedro Almodóvar junto a Joaquín Cortés.