Memorias de un ahogado es una novela de iniciación, un viaje que comienza desde el fondo de las entrañas. Jota es alcohólico, un fracasado y un homosexual que no se ha reconocido como tal. Una terapia introspectiva, un arrastrar de pies y de tabúes y, poco a poco, y de la mano de Miguel, Jota se adentra en el terreno desconocido de la desnudez del alma y de los cuerpos. Miguel se convierte en la pieza clave de su vida; gracias a él Jota visita el mundo desde otro prima; conoce el sexo de las saunas, la libertad del individuo fuera de las pautas políticamente correctas, la ternua y las múltiples caras del ser complejo y sin complejos. Miguel es también Sivia, una mujer despampanante que se lleva de calle a cualquier curioso. A partir de este momento la historia coge un ritmo zigzagueante, vertiginoso, tierno y desgarrado al a vez; una enseñanaza cuyo reto está en construirse uno mismo de acuerdo con sus principios, sus intuiciones. Construirse continuamente, adaptarse, crecer. Jota, sin darse cuenta, ha construido su propio mundo, su propia familia, y, consciente de que todo cambia, de que nada es estático, se siente, por primera vez, satisfecho.
MEMORIAS DE UN AHOGADO, mi primera novela, publicada por la editorial EL TERCER NOMBRE se presentará en Madrid en febrero
Autor: Juana Cortés Título: Memorias de un ahogado. Editorial:El Tercer Nombre
ISBN: 978-84-96693-95-1
Precio:14 Formato: Tapa blanda
Autora:
Juana Cortés nació en Guipúzcoa (1966) y es licenciada en filosofía , reside en Madrid dónde comienza a escribir en el año 2004 ganando importantes premios de relato.
Fué finalista del III Certamen de Narrativa Breve 2006 que se organiza La Asociación Canal Literatura y es autora de un de los relatos publicados en el libro Relat@s en el Canal II y ya desde entonces conocimos su afición cuando nos contaba como descubrió la pasión por escribir.
"Yo tenía una capacidad, un don quizás, pero, como en los cuentos, temía que se convirtiera en una maldición o un castigo. A mí me crecían historias, ajenas a mi voluntad y a mi control. Al principio, confundida, no se lo quise contar a nadie y lo guardé en secreto. Debía domesticar ese hábito; acostumbrarme a él y alimentarlo. No fue fácil. Nunca en mi vida había tenido mascota y tenía poca paciencia. Un día escribí un cuento y, ante mis ojos, se convirtió en gato y me arañó el corazón. Me dejó el ánimo perturbado y la sensación de haber tocado ceniza con la yema de los dedos. Luego llegaron otros. Me hacían compañía y aprendí a jugar con ellos. Sin darme cuenta creé un mundo propio con mis fantasías y mis anhelos, poblado de niños enfermizos y mujeres transparentes, de animales mágicos y seres desconcertantes. Empecé a observar y a escarbar entre los fragmentos de vidas ajenas. Me convertí en buscadora de historias, paleontóloga, espeleóloga del sentimiento. Las palabras caminaban agarradas del brazo y las historias se crecían, volaban, se me iban de las manos."
Párrafo de la novela:
Debía de haber sentido rabia, pero sólo me embargaba una pena espantapájaros, hecha de ramas secas y adornada con un sombrero viejo. La congoja subida en mi pecho, como una criatura malcriada que no pensaba bajarse de allí de ninguna manera. La tristeza es un lastre que cautiva. Una amante pésima, a la que mantienes a pesar de no aguantarla. Y eso te impide buscar una nueva aventura. Es una mala compañía la puta tristeza. La rabia me hubiera ayudado a sacar fuera de mí ese algo negro, podrido, que no entendía, ni quería entender. Ilusiones muertas que se secan, que se convierten en fósiles que habitan en nuestro interior. Te diseccionan y encuentran un sueño convertido en caracol marino, hundido en un pulmón, y acabas en una urna en el museo de ciencias naturales.