Como todos los pueblos ubicados al pie de la Ruta de la Plata, El Ronquillo ha visto marcada su historia por el tránsito de viajeros y comerciantes a través de esta vía de comunicación que recorre el oeste de la península de norte a sur.
El documento más antiguo donde se cita esta villa data de 1431, aunque existen restos prehistóricos muy próximos al municipio que realmente pertenecen a Guillena. El Ronquillo nació, a partir de la existencia de dos ventas establecidas en El Corredor, para satisfacer las necesidades de los transeúntes. En torno a éstas surgieron los dos primeros barrios de la localidad: el de Zufre y el de Santa Olalla. Sin embargo, hay noticias de asentamientos en la zona hacia el siglo XIV ó XV; se trataba, al parecer, de colonos labradores que pagaban sus rentas al municipio de Guillena. Desde 1653, El Ronquillo pasa a depender administrativamente de la villa de señorío de Santa Olalla, actualmente población de la provincia de Huelva.
Durante la Guerra de la Independencia, los vecinos se opusieron al dominio francés, por lo que Fernando VII decidió conceder la autonomía a la villa tal y como habían solicitado los vecinos. Así, el 1 de mayo de 1820 tuvo lugar el primer pleno del nuevo Ayuntamiento de El Ronquillo, siendo su alcalde don Luis Núñez. A partir de este momento entró a formar parte de la provincia de Sevilla.
La Venta de El Ronco El nombre de esta localidad parece proceder de una venta que existía en el lugar hacia el siglo XV, cuyo propietario era conocido como El Ronco. Estaba ubicada en el barrio de Zufre, y aún hoy en día permanece en pie, aunque reformada, siendo utilizada como vivienda particular. La alcantarilla del hombre muerto Así llaman en el pueblo a un lugar, situado a menos de una legua de camino, donde tuvo lugar un suceso histórico. Se produjo en 1811 durante la invasión napoleónica de la península ibérica. Un correo francés, que portaba importantes noticias sobre la conquista de Badajoz, se detuvo en la posada del alcalde pedáneo de la villa, José Diego Fernández Rufo, quien, fiel al rey Fernando VII, le tendió una trampa: puso a su servicio a un vecino, Juan Gómez, para que lo condujera hasta Sevilla. El falso guía tenía la misión de asesinar al francés en el camino, y así lo hizo, en el lugar antes mencionado. Pero la noticia llegó a oídos de los invasores, quienes ejecutaron al alcalde y a su colaborador en la plaza de San Francisco, en Sevilla. La fiesta de los mensajes con flores La Enramá es una de las tradiciones más populares de El Ronquillo: durante la madrugada de la mágica noche de San Juan, los jóvenes dejan en la ventana de la muchacha que aman un mensaje de amor expresado a través de flores o plantas silvestres. Cada una de ellas tiene un significado muy concreto. Así, la jara significa olé tu cara, el romero lo que yo más quiero, el olivo nunca te olvido, o la amapola no estés tan sola. Sin embargo, no todos los mensajes son amorosos, ya que algunos pueden manifestar quejas del amante rechazado o simplemente burla, como la yedra, que quiere decir corazón de piedra, o el limonero que significa por agria no te quiero.
CÓMO LLEGAR -Situación: A 49 kilómetros de Sevilla por la N-630. -Extensión: 84 kilómetros2. -Habitantes: 1.470.
DÓNDE QUEDARSE -En viviendas particulares.
NO SE PIERDA - La iglesia parroquial del Divino Salvador.
1.Edificios religiosos
-Iglesia parroquial del Divino Salvador Durante los primeros años del siglo XVII tuvo lugar la construcción de la iglesia parroquial de El Ronquillo, llamada originalmente de Nuestro Señor San Salvador. Fue ampliada entre 1773 y 1777, y posteriormente reformada en 1903. Actualmente, presenta planta de cruz latina con capillas entre contrafuertes, con cubierta de bóveda de medio cañón con fajones y lunetos, salvo el crucero, que posee bóveda vaída. Dos portadas comunican el templo con el exterior: una en el lado derecho, con dintel adovelado entre pilastras toscanas y rematado con una hornacina de frontón partido y curvo; otra, a los pies, adintelada y ornamentada con un óculo superior. En el lado suroeste se levanta la torre, de 20 metros de altura, compuesta de dos cuerpos y chapitel rematado por un pequeño templete. El retablo mayor es barroco y está fechado en el primer tercio del XVIII. Consta de banco, cuerpo de tres calles separadas por columnas salomónicas y ático. En la hornacina central se ubica una imagen repolicromada del Divino Salvador, figurando a los lados las de San Antonio de Padua y San José con el Niño, de pequeño tamaño. En el altar mayor destacan también un conjunto de azulejos sevillanos del siglo XVIII que proceden de la capilla bautismal. El muro derecho presenta un retablo de estípites y decoración de cardos, fechable en el segundo tercio del XVIII. Una imagen moderna del Sagrado Corazón de Jesús lo preside. En el lado izquierdo se ubican varios retablos. El primero es dieciochesco, de tipo marco, adornado con motivos de hojarasca, y alberga un lienzo de las Ánimas del Purgatorio. El siguiente está dedicado a la Virgen del Rosario, del mismo siglo que el anterior, con estípites y decoración de cardos, sin dorar. Además de la titular, figuran las tallas de Santo Domingo y San Francisco de Asís a los lados y un relieve con un milagro de San Antonio en el ático. En la capilla del Bautismo se conserva una imagen de la Virgen que puede considerarse la más valiosa del templo; se trata de una obra del XVI que requiere una urgente restauración. Pag. 368 - Ermita de Nuestra Señora de Gracia Esta edificación, ubicada en una colina, fue erigida en el siglo XVI. Su planta es cuadrada y se cubre con bóveda vaída. La entrada, un pórtico de moderna construcción, se halla orientada hacia el pueblo. En su interior encontramos un retablo decimonónico presidido por una pequeña imagen de la patrona de la villa, Nuestra Señora de Gracia, conocida popularmente como la Virgen Chiquita, ya que mide apenas 22 centímetros. La talla, policromada, data del siglo XVI, y lleva un niño en sus brazos; sus pies se apoyan sobre una peana dieciochesca que representa el milagro de su aparición. En el mismo retablo se hallan, flanqueando a la titular, las esculturas de San José y San Benito, también de pequeño tamaño y datadas en el XVIII. La Virgen se apareció en un pino Según la leyenda, la patrona de El Ronquillo se apareció a un joven pastor en uno de los pinos que se hallan a la entrada de la ermita. Cuentan que el muchacho guardó la pequeña imagen en su zurrón y se la llevó a casa, pero al llegar, no estaba en su interior. Extrañado, a la mañana siguiente volvió al mismo lugar, encontrando de nuevo la talla, a la que abrió un pequeño orificio en la cabeza para atarla al zurrón y evitar así una nueva desaparición. Pero fue inútil. Su madre, preocupada, siguió al chico el tercer día, y al llegar al pino le descubrió conversando con la Virgen, que tenía una pequeña herida en la frente, producto del orificio que el pastorcillo abrió en la imagen. El muchacho le explicó, mientras se dirigían al pueblo para contar a todos el milagroso suceso, que la Virgen desaparecía de su zurrón porque su sitio estaba en aquella colina, donde quería que le construyeran una ermita desde la que cuidaría de los ronquilleros para siempre.