Al cumplir los tres años se subió a su primera moto, hecha a medida por su propio padre mecánico de profesión. A los 15 se convirtió en el piloto más joven en participar en un Gran Premio. Hoy, a los 23 años, ha cumplido su sueño. Tras luchar codo con codo con Valentino Rossi y Dani Pedrosa, el piloto mallorquín es el nuevo campeón mundial de Moto GP. "Giorgio" aprovecha una parada en el calendario de la competición para repasar su trayectoria en las páginas de XLSemanal.
Yamaha lo fichó como su escudero en 2008 y el chaval se subió a las barbas del 'emperador' desde su estreno en la categoría reina. Jorge Lorenzo (Palma de Mallorca, 2 de mayo de 1987) ha revolucionado la historia del motociclismo. Valentino ya no bromea. El español Crivillé tiene sucesor... y Rossi. El culpable es aquel 'Giorgio' que con 15 años se enfadaba consigo mismo porque no había realizado un buen entrenamiento con la Derbi en el circuito de Jerez. «Estoy enfadado porque no he rodado bien», decía ya con voz de barítono aquel imberbe. Era la demostración de su personalidad. La que le inyectó Chicho, su padre, desde que le montó en una Puch 50 a los tres años. «Veía motos en los escaparates y se me iban los ojos», recuerda hoy. Ese carácter ganador es el que lo ha llevado hasta la cima.
Pero su vida no ha sido un camino de rosas. En plena progresión deportiva vivió el divorcio de sus padres. Inmerso en el éxito, decidió la separación de su antiguo apoderado, Dani Amatriaín. Ha superado todos los avatares hasta ser una leyenda viva a la corta edad de 23 años.
Jorge quiere ser el mejor piloto del mundo durante mucho tiempo. Anhela pasar a la historia como Agostini, Nieto y Rossi. No piensa tanto en ganar 104 carreras, como Valentino, como en convertirse en un campeón inolvidable. Con esa meta, toda su vida está centrada en mejorar como piloto. Se ejercita en el gimnasio tres y cuatro horas diarias. Y hasta mantiene un régimen revolucionario para no pesar ni un gramo más de lo necesario. «Bebo leche de avena, no tomo leche de vaca», advierte el piloto, que lleva una alimentación absolutamente natural con productos especiales que le envían periódicamente a su casa o a los circuitos.
Lorenzo trabaja desde hace mucho con psicólogos. Supo desde muy joven que los grandes campeones triunfan por-que les han enseñado a transformar en positivo los contratiempos.
La clave: sacar lecciones de los fracasos. «De las derrotas siempre se aprende; de las victorias, casi nunca», subraya Jorge. El piloto mallorquín quiere que todos los que colaboren con él le inspiren optimismo. «No quiero a mi alrededor personas resignadas explica, que sólo saquen conclusiones negativas. Rechazo que estén a mi lado quienes te hablan de cosas derrotistas. Eso no es bueno para mí y no me gusta humanamente. El objetivo es aprender de tus errores dentro y fuera de la pista, de un entrenamiento mal hecho, de un carrera que no ha salido bien. Si encuentras las razones, aprendes.»
XL. ¿Es impaciente? ¿Ya no entra al trapo?
Jorge Lorenzo: En este campeonato he ganado muchos grandes premios, pero cuando he visto que no podía, no me la he jugado tontamente. Tuve la paciencia, desde el principio del mismo, de no arriesgar. Antes era impaciente, pero hace tiempo que calculo bien los riesgos. Evidentemente, siempre hay caídas. Cada año es imposible no rodar por los suelos alguna vez. Pero desde hace tres temporadas pienso bien en las consecuencias de arriesgar.
XL. En 2008 puso a Rossi al límite, en 2009 le hizo sufrir como nadie y en 2010 lo ha derrocado. Ha acabado con un icono.
J.L. El año pasado quise conquistar el título a toda costa cuando todavía no estaba preparado. No tenía nada que perder. Me faltaba medio escalón más ni siquiera uno para estar al nivel de Valentino. Pero quería vencerlo, y eso acarreaba caerse, que es lo que sucedió. Ahora, este año he dado ese pequeño paso y me he adjudicado más carreras. Mis resultados son más consistentes porque mi nivel ha crecido.
XL. Ha aprendido de golpe toda la presión que soporta un campeón. Ha sido usted el hombre al que batir. ¿Era más fácil tener una diana, Rossi, en la que fijarse para mejorar?
J.L. Cuando uno está empatado a puntos con el líder o se encuentra a quince puntos del primero, como sucedía hace un año, estás más cómodo porque no tienes nada que perder. En cambio, cuando eres líder, si cometes un error, el título lo pierdes tú. Y dirán que has hecho una gran pifia. Muchos decían que ahora me bastaba con subir al podio en cada Gran Premio para ser campeón. Sí, sí, vale, yo también lo pensaba, pero hoy en día, con el nivel que hay, conseguir ser tercero en cada prueba no era nada fácil. O iba al límite o no lo conseguía. Y eso significaba jugarte la caída y complicarte el título en cada entrenamiento, en cada prueba.
XL. ¿La mejoría de la Honda de Dani revolucionó el campeonato, porque pasó a ser la mejor montura?
J.L. No sé si era la mejor moto, porque no la puedo probar, pero sí puedo decir que Honda pasó a ser la máquina más potente con diferencia. Eso cambió el panorama. El Mundial se hizo más duro. En esa situación, yo continué dando el máximo, rodando al cien por cien, pero actué con frialdad. Si después del entrenamiento de cada sábado me veía con capacidades de pujar por el triunfo sin ir a lo loco, el domingo salía con el objetivo de vencer. Pero si durante todo el fin de semana veía que debía sobrepasar mis límites, lo más inteligente era ser segundo o tercero. Buscar el podio.
XL. ¿Qué pensó cuando usted y Pedrosa aseguraron el segundo título histórico de Moto GP para España?
J.L. Es una cosa muy bonita para nuestro motociclismo. Ser campeón no ha sido una situación nueva para mí, porque la viví dos veces, en 2006 y 2007, en la categoría de 250, aunque es mucho más importante conseguirlo en la cilindrada reina. Pedrosa ha sido el rival más fuerte. Más duro que Dovizioso en aquellos dos Mundiales que celebré.
XL. Rossi siempre bromeaba con la prensa española respecto a que sólo habíamos conquistado una corona de Moto GP, la de Crivillé en 1999. ¿Piensa decirle algo al italiano?
J.L. No pienso en lo que decía Valentino. Pienso en la gente que me ha aportado cosas para que yo pueda ser un campeón. En mi papá, que fue el primero que me metió en este mundo. Es la persona que técnicamente me hizo lo fuerte que soy ahora. Pienso en mi madre, en mi familia... No me puedo olvidar de Dani Amatriaín su antiguo mentor, a pesar de lo sucedido. Pienso en Marcos Hirsch mucho más que un mánager. Pienso en Héctor Martín director de comunicación y su hombre de confianza.
XL. Su recuerdo de Amatriaín lo engrandece. De bien nacido es ser agradecido.
J.L. Por supuesto que también ha aportado cosas para que yo pueda ser un campeón. Sería injusto no reconocerlo.
XL. Cuando era niño, en su colegio le decían que dejara eso de las motos, que no llegaría a ninguna parte. ¿Les dirá algo a las monjas?
J.L. [Ríe] Yo iba a un colegio de monjas mixto, La Milagrosa, en Palma. Y ellas decían que eso de las motos no era serio, que con las motos no sería nada en la vida. Tenían razón en cuanto a lo importante que eran los estudios, pero no respecto a que las motos no me iban a llevar adonde estoy ahora [ríe]. No soy rencoroso con nadie en este mundo y nunca les diré nada. Mire, yo muchas veces he actuado igual que las monjas en aquel momento. En ocasiones he pensado que un piloto no va a llegar a nada y en la campaña siguiente te lo encuentras luchando contigo. Me ha pasado. Así que no hay que decir nada a nadie [ríe].
XL. Este triunfo es el anhelo de todo piloto desde que comienzan a correr, casi con biberón, en las minimotos.
J.L. A lo largo de mi vida me ha sido difícil apreciar lo que iba consiguiendo, porque he dado pasos de gigante en muy poco tiempo. Debuté en el Mundial hace ocho años, en cuanto cumplí los quince, y aquel estreno en la cilindrada de 125 centímetros cúbicos fue el periodo que más tiempo me costó hasta ser competitivo y ganar. Pero después salté a los 250 centímetros cúbicos y pasada una temporada conquisté el título. Volví a ganarlo en la campaña siguiente. Llegué a Moto GP y en mi segundo intento me proclamé subcampeón del mundo... Por talento, por trabajo y por suerte, porque la fortuna también influye.
XL. Eche la vista atrás. ¿Su padre fue el culpable de todo? Usted montó sobre dos ruedas siendo casi un bebé.
J.L. Sí, pero, cuando eres niño, no piensas que será unaprofesión, sólo sabes que te vuelves loco por montarte en una moto. Yo tenía tres años cuando mi papá [Chicho Lorenzo] me subió a una Puch 50 que tenía un chasis que mi padre hizo con sus propias manos. Era un manitas. Lo sabía todo de la moto. Papá me dice que, cuando yo veía una en un escaparate, enloquecía. Y él decidió desde entonces que yo sería campeón del mundo. Se dedicó en cuerpo y alma para ello. Y lo he sido.
XL. El motociclismo es caro. ¿Tenían dinero para invertir en ello?
J.L. No. No éramos ricos, ni mucho menos. Pero todo lo que entraba en casa se invirtió en mí.
XL. ¿Cuándo 'debutó'?
J.L. A los tres años. Corría de forma ilegal, porque no podías hacerlo hasta los cinco. Primero hice minimotos y minicross.
XL. ¿Y ganaba?
J.L. Cuando comencé a competir con los chicos de mi misma edad, la verdad es que vencía en muchas ocasiones. Mi padre me inyectó un carácter ganador. Al segundo clasificado no lo recuerda nadie. Eso lo tuve, y lo tengo, muy presente.
XL. ¿Y cómo llevó los estudios?
J.L. Mi papá se preocupaba para que obtuviera buenas notas. Pero la verdad es que, cuando tenía diez años, llevé muy mal lo del cole. No estudiaba. Una vez tenía seis suspensos en una evaluación trimestral y le escondí las notas. Mi madre lo sabía. Cuando mi padre lo supo, se enfadó mucho. Clavé los codos y al final de curso lo aprobé todo. Pero a los 15 años tuve que dejar los estudios en tercero de la ESO. Debutaba en el Mundial y mi familia vio que no podía compaginar las dos cosas. Son muchos viajes. Demasiada presión. Fue el momento en el que decidimos que yo me dedicaría las 24 horas del día a ser piloto profesional. Había dado el paso. Ese iba a ser mi único futuro. Lo dejaba todo por ello.
XL. Parece que no decidieron mal.
J.L. La verdad es que he trabajado mucho para ello. Aunque un piloto tenga talento, si no te entrenas con disciplina, si no intentas progresar cada día, no consigues nada.
XL. A sus 23 años, usted se ha convertido a lo largo de la temporada en el hombre al que batir.
J.L. Sí, y no es fácil. Hay que saber manejar esa situación. Todos quieren ganarte. Debes tener fuerza mental para ello.
XL. Y el año que viene vamos a vivir un campeonato apasionante. Rossi, con Ducati; Stoner, con la poderosa Honda, como compañero de Pedrosa; y usted, con la Yamaha. Menuda guerra se avecina.
J.L. Esta atracción que provoca el próximo Mundial, con cambios de pilotos a otras escuderías, es muy importante para que mi motivación no decaiga. Aunque ganes un Mundial, eso no significará que todo está hecho. Yo quiero ser el mejor piloto y demostrarlo en la pista. El campeonato 2011 será muy complicado. Ducati y Valentino lo van a dar todo para ser campeones desde la primera carrera. Y la Honda, con Stoner y con Pedrosa, será todavía más competitiva que en la actualidad. Así que Yamaha y yo tendremos un reto importantísimo para la próxima campaña.