
A menos de dos semanas del comienzo de la Semana Santa sevillana, la semana que muchos hispalenses tienen marcada en el calendario, ya empiezan las cábalas de propios y extraños sobre el tiempo que hará en esos días tan señalados. Se mira al cielo, con angustia, con esperanza, pero sobre todo, con incertidumbre.
El mes de marzo no puede sino catalogarse como un mes de enorme inestabilidad meteorológica, y este año, concretamente, la inestabilidad está más presente que nunca. Durante las dos últimas semanas, tan pronto llovía, tan pronto hacía un día espléndido, tan pronto una tormenta descargaba sobre la Giralda toda el agua que se creía posible, que minutos después, un arcoíris se dibujaba en el horizonte sevillano. Los paraguas no terminan de abandonarnos, pese a que el frío empieza a quedar atrás, y ante todo esto, difícilmente algún augurio puede acertar ante lo que puede pasar.
Las primeras previsiones hablan de que al menos, hasta el jueves Santo, las posibilidades de lluvia son escasas, en ningún caso por encima del 20%, aunque también dicen que la fiabilidad de estas predicciones es exígua, lo cuál es magro consuelo para las cofradías que ya han apostado por no asegurar sus pasos ante posibles incidencias. Lo que vendrá a partir del jueves Santo es todavía más inefable, y sólo con el transcurso de los días s irá aclarnado la situación, aunque se habla de que el buen tiempo no será la tónica dominante, sino que los chubascos variables.
De este modo, muchos miran al cielo, cómo buscando respuestas, pero la única certeza es que la devoción, nuevamente, un año más, estará a la espera de que el cielo de una tregua, y permita salir a la calle a "pasos" que llevan esperando muchos meses.

