FRANCISCO DEL VALLE nació en la localidad granadina de Pedro Martínez y fue educado por su abuela y por sus tíos, tras la temprana muerte de su padre, una figura tan idealizada, tan añorada como le ocurrió al Charles Dickens. Confiesa que de pequeño más de una vez mitigaba su ausencia con la contemplación de ese paisaje de pinares que ocupa un lugar privilegiado en sus recuerdos y que influirán en su obra. Miembro de la asociación de críticos de Andalucía acaba de sacar su última novela CERVANTES, DONCEL DEL SUR, Perea Ed. Toledo, cuya 2ª edición acaba de aparecer, LA 1ª salió en Junio. Está ambientada en la infancia de Cervantes, algo novedoso....
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Se siente orgulloso de la educación recibida por su familia, su abuela, otra persona dotada de unas cualidades extraordinarias, una figura, afirma el escritor, que se agranda con el tiempo que pasa. Siempre profesó un cariño muy especial aunque nunca se lo dijo, a su tío . Cuando mi tío me cogía de la mano, pensaba que era el más fuerte del mundo, el que me podía defender, escribió en el Diario Ideal de Granada. Pero la persona que se ocupó directamente de su educación fue su tía, le enseñó las primeras letras, según figura en la dedicatoria de EPISTOLA A VIRGINIA y a ella siempre tuvo un cariño muy, muy especial. Me daba todos los caprichos en la comida, pero también me reprendía, sin que esto ocasionara ningún tipo de problema psicológico, algo que agradezco, explica el escritor.
Este precioso pueblo de corte castellano y recostado en las faldas del Mencal es un espacio importante en su primera novela EPÍSTOLA A VIRGINIA bajo el anagrama de Timárnez del Cerro. Tal vez su protagonista Eduardo Vadel refleje una parte autobiográfica importante de su creador nacido en esta comarca de los Montes Orientales, injustamente olvidada y relegada por sus deficientes comunicaciones, aunque dotado de una belleza inusual. Desde la altiplanicie de Timárnez se describen los fondos marinos, unos montículos lunares que rodean a Guadíx como si pretendiera remontarse al corazón, al origen de tan curiosa y accidentada orografía. Y desde el internado de Guadíx, regentado por los jesuitas, al que fue enviado por su familia, describe a Pedro Martínez, Timárnez del Cerro recostado junto al Monte Amín, el Cerro Mencal, quieto, imponente, como un animal salvaje pintado de silice azul. El ambiente del internado es agobiante, cerrado, sin calefacción, como prueba la minuciosa descripción de los sabañones que padece el protagonista Eduardo Vadel, similar a los internados que describe Herman Hesse o el mismo Salinguer en el Guardián entre el centeno. Recuerda con delectación, sin embargo, el protagonista y autor, que en esto se confunden en un mismo ser, los sabios consejos de su profesor de literatura el Padre Vilaplana.
Y abomina de las charlas de un padre espiritual que escondía claros ribetes homosexuales, un personaje comido de escrúpulos, que veía el pecado en todas y cada una de sus acciones. Recuerda muy especialmente que se le ocurrió hacer una homilía sobre san Juan Crisóstomo y el padre rector le obligó a afirmar públicamente que la había copiado de un autor de principios de siglo.
A Francisco del Valle se le ocurrió un buen día marcharse a París para hacer Filosofía y Letras. Pasó el examen preparatorio de Francés y se embarcó en esta aventura, que también narra EPISTOLA A VIRGINIA. Para cubrir los gastos de la estancia trabajó en diversos diarios parisinos, Le Monde, Ici Paris, L'Aurore, L'Équipe,... como auxiliar de la prensa, como recoge papeles o limpia máquinas, hablando en plata. Pero después ingresó como bibliotecario en el C.N.R.S., Centro Nacional de Investigación Científica. Sus primeros años coincidieron con la Revolución del Mayo 68, una experiencia para la que no estaba preparado, según confiesa Eduardo Vadel, su alter ego, en este caso. También recrea este período de la vida del escritor su novela ELISA EN LA NOSTALGIA. Hay abundantes descripciones del río Sena, de las calles de París y de los alrededores de esta gran urbe, de Versalles, en especial.
Al terminar la carrera se trasladó a España, tras el inevitable paso por el servicio militar en Ceuta. Y tras un breve paréntesis en Sevilla con su esposa y nacimiento del primer hijo, una tarde de noviembre decide ir a ocupar la plaza vacante de Francés del Instituto de Castro del Río.
Reside habitualmente y desde hace varios años en Castro del Río, un precioso y milenario pueblo de la campiña cordobesa asomado cuyo entorno ah recreado en su novela LA IDENTIDAD PERDIDA.
Ha colaborado con revistas literarias y con diversos diarios. Participó en el Congreso Cervantino del 1994, organizado en Castro del Río por la Asociación de Cervantistas, con una comunicación titulada Influencias paisajísticas y caracteriológicas de Andalucía en el Quijote. También participó con una comunicación en el congreso cervantino de Nápoles del año siguiente titulada El concepto de relato incrustado en el Quijote.
En 1996 organizó el Congreso de Narrativa Andaluza al que asistieron, entre otros, Caballero Bonald. Quiñones, Pérez Reverte, Eslava Galán, Vaz de Soto, Villar Raso, Benítez Reyes, Antonio Soler, Andrés Sorel, Antonio Hernández, Antonio Rodríguez, J. V. Pascual, Antonio Enrique, Rafael de Cózar, Angelina Costa, Castilla del Pino, Francisco del Valle y los periodistas Antonio Ramos, Andrés Cárdenas,....etc. Fue clausurado por Francisco Avala.
Posteriormente ha organizado diferentes encuentros literartios con poetas, escritores y periodistas, aunque de menor caldo obviamente que el ya citado.