Leo “El Zahir” y pienso que hay un ser humano en el mundo que siente como yo. El pecho se me ensancha tomando aire. Ahora que sé que comparto con alguien pensamientos sobre la vida.
Me gusta leer su obra, pero es él ,su historia personal, lo que hay detrás , lo que realmente me conmueve y construyo una historia paralela a la que leo…la que él escribe y la que yo imagino que puede ser su vida ,y ,eso ,aún me divierte más.
¿Que pensará su mujer cuando lea su novela?¿ Les llevará a fuertes conflictos entre Ellos? ¿Como aguantarán las críticas? ¿Cómo separará él la historia que ha escrito y que ahora debe olvidar, de la nueva que debe empezar a crear ? Siento compasión por su angustia, y felicidad por el éxito que le acompaña.

Quiero ponerme en contacto con él, expresarle sobre su libro, pero recuerdo que será imposible que me reciba,

y envidio a los que se cruzan en su camino.

Miro su foto y pienso que su físico no me dice nada, quizás no me atrae ni su voz, ni su manera de mover las manos. Entonces recuerdo que cada uno tiene un “don”. Unos expresan con lo que escriben, otros con su manera de hablar, otros con su forma de caminar, otros con proyectos que mueven el mundo, y otras personas dando afecto a los que le rodean.
Entonces dejo de idolatrarlo y le doy su sitio.
Pienso que me gusta leer lo que escribe, que disfruté mucho siguiendo la historia del pastor del alquimista, pero … si no me lo cruzo será porque su destino está tan lejos del mío como el de cualquier persona . 
Sonrío y me doy cuenta de lo voluble que soy, y pienso que probablemente …él también peca de lo mismo.