
Aunque les parezca osado, me dispongo a firmar en este medio digital sevillano la reseña de una publicación editorial reciente que no versa ni sobre la Semana Santa ni sobre la Feria de Abril ni sobre el arte de la Tauromaquia. Sí, han leído bien. El álbum al que me referiré en esta crítica no ensalza en sus páginas a ninguna folclórica, viva o desaparecida, ni describe la evolución del comercio en la calle Sierpes, ni contiene una guía de bares recomendados para tapear. Lo sé, estoy cometiendo un sacrilegio. Se equivocarían si me tildasen de hippie (eso ya no se lleva), animo a uno de los clubs de fútbol de nuestra ciudad (adivina, adivinanza) y reúno todas las características para ser considerado un ciudadano modélico, es decir, voto en las elecciones, pago mis impuestos y compro los fines de semana en una gran superficie. Asumo este auto- destierro del periodismo local porque creo que sobran plumas para regalar tópicos (las mejor remuneradas) y porque la Sevilla que me gustaría evocar en mis artículos no es la de los señoritos, la de las cogorzas camino a El Rocío y las patillas de tapa de queso, sino la no oficial, más clandestina y pujante. La obra que gloso aquí es de un autor hispalense, aunque por la disciplina artística que cultiva quizás sea ninguneado por ciertas esferas intelectuales elitistas que no son capaces de ver más allá de Velásquez o que se presumen cultas por citar el nombre de tal o cual párroco desconocido en sus columnas. Ya que en el terreno de la comunicación de masas la efectividad consiste en elevar la voz, realizo las presentaciones: se llama Miguel Brieva, es dibujante de cómics para adultos y estrenó en Abril su Bienvenido al mundo. Enciclopedia Universal Clismón.
El presente libro es la culminación del estilo que Brieva ha ido esbozando a lo largo del tiempo en los sucesivos números de la revista Dinero, que él mismo se responsabilizó de sacar a la luz, además de una recopilación de sus trabajos para diferentes medios impresos, entre ellos El Jueves y Rolling Stone. La propuesta toma prestado como plantilla para organizar los contenidos el formato enciclopédico, recogiendo la antorcha de aquel espíritu ilustrado que otrora iluminara los destinos y sueños de nuestra especie, aunque en este caso particular el tono didáctico se aplica para perfilar unas definiciones e ilustraciones muy peculiares. En la mayoría de los textos y las viñetas se repite la siguiente fórmula: partiendo de la estética publicitaria más salvaje, la del American Way of Life de los 60, que traza un retrato idílico y estereotipado de la sociedad de su época, Brieva dirige una crítica feroz al sistema capitalista y a las miserias de la condición humana. Mediante este ácido enfoque, que participa a partes iguales del humor, la lucidez, la paradoja y el pesimismo, el artista enuncia más realidades que si se hubiera decantado por una línea pretendidamente seria, obteniendo al final como resultado un exhaustivo (y descacharrante) catálogo de verdades incómodas. Tour de force creativo, miscelánea de formas y géneros, Bienvenido al Mundo se configura a partir de un inabarcable alud de citas y referencias, donde resuenan especialmente las voces de Daniel Clowes o El Roto, pero también de personalidades de otros ámbitos como el filósofo Martin Heidegger o el cineasta Stanley Kubrick. Paisanos, deserten ya de la parrilla de Canal Sur, desengánchense de los programas de ligoteo para la tercera edad y deléitense con la crudeza, el desencanto y el lirismo de las escenas que ha confeccionado Brieva y que ratifican esa cláusula de Mortal y Rosa: Estamos todos aquí tan perdidos, tan sin destino ( )

