
Creer en Dios puede ayudar a bloquear o calmar la ansiedad y a disminuir el estrés, según un estudio de la Universidad de Toronto. El estudio, publicado online en Psychological Science, fue liderado por Michael Inzlicht y realizado sobre unos voluntarios. Comparados con los no creyentes, la actividad cerebral de los creyentes era significativamente menor en el córtex cingular anterior (ACC, en sus siglas en inglés), una región del cerebro que ayuda a modificar el comportamiento cuando se necesita atención y control, generalmente como resultado de algún evento productor de ansiedad, como por ejemplo cometer un error.
Comprobaron además que cuanto más firmes eran sus convicciones religiosas menos respuesta había por parte de esta región cerebral a sus propios errores.
El estudio apoyaría la idea de que las creencias religiosas tendrían un efecto calmante sobre los creyentes, que cometerían menos errores y sufrirían menos ansiedad al enfrentarse a lo desconocido. La ansiedad puede ser negativa porque si hay demasiada paraliza de miedo a la persona, pero además tiene una función útil de alerta cuando cometemos errores.
Si uno no experimenta ansiedad cuando comete un error, dice Inzlicht, ¿qué le hará cambiar de comportamiento para no cometer el mismo error de nuevo? (Neofronteras)
Es decir, que es difícil -y cuanto más creyente sea, aún más complicado- despojar de sus creencias religiosas a una persona, ya que ésta piensa que se encuentra en posesión de la verdad absoluta... No permite en su convencida mente un atisbo de duda, de incertidumbre... y cuando ve tambalearse el mundo a su alrededor, sólo acierta a pensar: "los caminos del Señor son inescrutables...", "que sea lo que Dios quiera", "hay que aceptar la voluntad del Señor...", e infinidad de incomprensibles -para los no creyentes- sentencias, todas en el mismo sentido fatalista e irrefutable.
Me resulta peligroso pensar que existe gente que se cree dueña de todas las respuestas. Al menos, las espirituales. Sin duda alguna, sin que le rechine escuchar y pronunciar frases como las anteriores, o como ésta, tan utilizada: "Si Dios quiere..." Es decir, que si Dios quiere, las cosas saldrán bien, las personas sanarán de sus males y viviremos en un remanso de paz y amor... pero ¿y si no quiere? pues será el caos, las siete -o las que hagan falta- plagas y el fin del mundo... pero, eso sí, sin que esto genere ansiedad o duda en los cerebros creyentes... "Sería, una vez más, la voluntad de Dios". . Y yo, que afortunadamente me lo cuestiono casi todo, me pregunto: ¿y por qué no iba a querer Dios que las cosas nos fueran bien...? ¿Qué oscuro interés o lúdica perversión podría albergar este Padre protector que nos vigila y maneja a su antojo? ¿Por qué no puede ni sabe educar mejor a sus hijos?
Concluyo, como siempre, que si Dios no existe -que va a ser que no- es patético todo el submundo creado hacia su devoción y culto (por no hablar de los crímenes generados por el fanatismo religioso), y una pérdida de tiempo y de vida humana sin razón lógica alguna...
Pero es que... si Dios existiera... creer en él y en su eterna bondad -a estas alturas y visto lo visto- se me antoja tan inverosímil y absurdo que no puedo considerarlo sino una especie de enajenación mental.
Y, como no hay lugar a la duda, para nada transitoria.
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