Por si quieren ahorrarse seguir leyendo este artículo, deciros que el que escribe es un bético resignado, defraudado y apenado por la situación actual por la que pasa este club. Hace ya tres temporadas decidí personalmente dejar de sacarme el carné porque sentía que mi dinero y mis esfuerzos por ir a ver a mi equipo no le importaban a nadie, cosa que es lógica ya que si al máximo accionista de esta entidad le importa el betis lo que a Belén Esteban la filosofía de Nietzsche, pues fíjense ustedes lo que nos augura el futuro. No pretendo montarme en el carro de lo actual y de lo fácil, mi veredicto y mi posición hacia el máximo accionista la demuestro cada verano cuando decido seguir adelante con mis pensamientos y no sacar mi abono. Simplemente escribo por desahogo y por matar el gusanillo de periodista que siempre tuve, no soy nadie para luchar contra D. Manuel Ruiz de Lopera, ni tengo la tan ansiada solución que el belicismo espera, simplemente escribo para decirle a los béticos que por favor nunca perdamos nuestra identidad y que luchemos por mantener viva nuestra alma, esa alma que nos robaron en el 92. Cuando leo en prensa la invasión de aficionados en el entrenamiento, las pintadas, y la imagen no sólo deportiva sino institucional que está dando esta institución con bochornos cada vez mayores es cuándo más pena siento y cuándo mas se daña la imagen de un club con más de cien años de historia. Si están leyendo estas palabras escritas desde el corazón, les pido a todos los béticos que reflexionen sobre el daño de imagen que sufre este club y sobre la herencia de beticismo que dejaremos a nuestros hijos. Si a ellos, a los que mandan y al dueño del club pero no de nuestros sentimientos, eso no les importa porque sólo quieren al betis cómo escudo de su avaricia y egoísmo, no perdamos nosotros nuestra alma, esa que nos acompaño en campos de tercera y de segunda B. Recuperemos el manque pierda y luchemos contra la corte del imperio verdiblanco de una forma que no haga más daño al club de nuestra vida que tan enfermo está. Estábamos en la UVI, ¿Dónde estamos ahora? ¿Nos han subido a planta? Bueno, afortunadamente, seguimos vivos, aunque nuestra alma se encuentre en el mortuorio. Viva el betis manque pierda!
