Con este artículo de opinión el profesorado reclama y protesta sobre las nuevas reformas en el mundo de la docencia, unas nuevas reformas cuyo objetivo principal es la continua formación del profesorado.
El Consejo Escolar de Andalucía, en su reunión del 16 de julio para analizar el informe sobre la situación del sistema educativo andaluz entre los años 2007-2009,apuesta por seguir trabajando en la formación del profesorado y la actualización de la metodología en cuestiones que inciden de manera directa en el aprendizaje(sic.) En el mismo acto, el Sr. Consejero de Educación de la Junta de Andalucía reclama un mayor reconocimiento social para los docentes y sin embargo, los ataca al mismo tiempo con la necesidad de seguir trabajando en la formación inicial del profesorado.
¿Se refieren a una formación científico-didáctica que actualice los conocimientos y los métodos docentes para dar una enseñanza de calidad? Si así fuera, la mayoría de los profesores no tendríamos nada que objetar sino todo lo contrario, estaríamos encantados de dedicarle parte de nuestro tiempo de trabajo a este tipo de actividades. Desgraciadamente no se refieren a esto. El tipo de formación del que hablan se podría llamar de un modo mucho más descriptivo como adoctrinamiento pedagógico y político, y los encargados de llevarlo a efecto son los Centros del Profesorado (CEP) donde otros profesores de secundaria con la misma titulación que los que están en las aulas, pero con la diferencia de que no ejercen la docencia directa con los alumnos (lo que les deja fuera del campo experimental que pretenden enseñar) y cuyo único mérito es haber demostrado su fidelidad a las teorías políticas y pedagógicas imperantes, tienen como función impartir u organizar cursos y actividades inútiles y sin ningún interés, pero necesarios para cobrar complementos, trasladarse en los concursos, o aprobar la fase de prácticas de las oposiciones.
Ya en las propias oposiciones, los candidatos son obligados, si quieren tener alguna opción de aprobar, a demostrar que conocen y acatan sin discusión los principios pedagógicos y políticos impuestos por ley. La preparación en la materia que van a impartir y su capacidad para expresar los conocimientos propios de su especialidad sólo tienen un valor testimonial del 24% de la nota total. Siempre, en todas las oposiciones, si no se aprobaba el examen escrito no se podía pasar a la siguiente fase, ahora es más importante esta segunda fase y se puede conseguir, y de hecho se consigue, una plaza sin llegar a aprobar el examen escrito.
En el Programa de Calidad y Mejora de los Rendimientos Escolares, aprobado en 2008 y ahora anulado por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, también se contemplaba el compromiso del profesorado que se acogiera a él de llevar a cabo la formación que la Consejería de Educación considerara oportuna, como otra manera de justificar el soborno al que estaban siendo sometidos. También en el nuevo Reglamento de Organización de los Centros (ROC) aparecen recogidos como parte del Proyecto de Centro tanto el programa de calidad (apartado a) Objetivos propios para la mejora del rendimiento escolar y la continuidad del alumnado en el sistema educativo) como el plan de formación del profesorado (apartado k), y además se insiste en ambos creando el Departamento de Formación, Evaluación e Innovación Educativa.
¿Por qué tanto interés por parte de la Consejería de Educación en formar a los formadores? ¿Es que los años de estudio en los colegios, institutos, universidades, autoformación, etc., no valen nada, no se aprende nada tampoco con la experiencia? Se reclama, según el Consejero, un mayor reconocimiento social para el profesorado, y al mismo tiempo se está transmitiendo el mensaje de que no estamos preparados, que no sabemos hacer nuestro trabajo. Se atreve incluso a reclamar formación inicial a gente que lleva, como mínimo, más de 20 años estudiando como son los licenciados en carreras universitarias que somos la mayoría del profesorado de secundaria. Algo que debería ser un derecho lo transforman en una obligación, y además, para ser realizada fuera del horario de trabajo. ¿Quién decide si estamos o no preparados? ¿Los políticos, a quienes ni siquiera se exige una preparación ni titulación mínima? ¿Compañeros nuestros, como ciertos pedagogos, profesores de los CEP o futuros jefes del Departamento de Formación, Evaluación, etc.? Sólo hay un tipo de profesionales a los que se les debería reconocer el derecho a evaluar los conocimientos sobre una especialidad y la capacidad de impartir una formación que de verdad sea útil y valiosa, y estos son los catedráticos y profesores investigadores de la Universidad. Pero ni siquiera estos pueden evaluar ni suplir el conocimiento que se adquiere con la experiencia diaria en el aula que es la que de verdad te enseña la metodología adecuada.
La Consejería de Educación simplemente necesita culpar a alguien del desastre en el que han convertido la educación, y para no tener que reconocer la responsabilidad de los cargos políticos, han buscado su chivo expiatorio en el profesorado. Y lo peor es que lo asumimos, no protestamos y nos formamos como ellos quieren. Pues sí, así es. Si alguien pensaba que el problema es que los docentes nos negamos a ello, se equivoca completamente. Todos los años se convocan y se llevan a cabo cientos de cursos, jornadas, simposios, congresos, etc. sobre distintos aspectos educativos y pedagógicos, organizados por los CEP, sindicatos y la propia Consejería, y dirigidos al profesorado de todos los niveles educativos. Todos estamos obligados a formarnos para cobrar un complemento como el sexenio (esto no ocurre en ningún otro sector de la administración) y además lo necesitamos para conseguir puntos para el concurso de traslados. Hay mucha gente que vive de esto, y mucho dinero que repartir, incluso de la UE.
Si toda esta formación no arregla nada, si el fracaso del sistema sigue ahí, quizás es que no era éste el problema, quizás alguien esté interesado algún día en saber cuál es y le dé por preguntarnos, o mejor, por hacernos caso, porque todos los profesores que ejercemos como tales y nos gusta nuestro trabajo sabemos que la única solución es que nos dejen enseñar, que es lo que sabemos y queremos hacer, y dejen de decirnos cómo hacerlo porque los profesionales somos nosotros, y si no se fían, ¡qué cambien la forma de acceso a la función pública docente!