El teniente Astete -don Friolera-, recibe un anónimo avisándole de que su mujer le engaña. Vuelto loco por los celos de su frívola mujer, doña Loreta, tentada por un chulapo de medias tintas y vecino, el barbero Pachequín, e instigado por un malintencionado vecindario, trama tomar venganza. La hija de ambos, Manolita, entra en escena justo cuando el supuesto "cornudo" va a matar a los inocentes amantes, amansando las iras de su padre. Sin embargo la presión de sus colegas militares le ofusca en lo más hondo de su orgullo, y recurriendo a un ancestral código del honor, y pistola en mano, se conmina a cometer el crimen, al grito de... "¡En el cuerpo de carabineros no hay maridos cabrones!"
Este divertidísimo esperpento retrata una España de principios del siglo XX en la que Valle critica los prejuicios morales de la pérdida del honor por "los cuernos"; logrando con suma ironía burlarse de sus propios personajes y de sus comportamientos de folletín sainetero, en una parodia satírica sin precedentes, que provoca risas crueles y desatadas sobre la tradición machista de los españoles.
Una cruel crítica de sus coetáneos alentando esos comportamientos, del ambiente del hampa y clases populares, de la connivencia de los contrabandistas y oficiales del ejército, en definitiva un retrato despiadado de la deteriorada consistencia moral de la sociedad española y del ambiente de frustración tras la pérdida de las Colonias.
Reniega también Valle del conservadurismo intelectual y político de su época, de la mojigatería religiosa, y de la conservadora y altiva tradición literaria española desde Calderón a sus días:
"En la literatura aparecemos como unos bárbaros sanguinarios. Luego se nos trata, y se ve que somos unos borregos."...