Trágicas Apariencias es la última novela del periodista Javier Alonso Osborne, después de 25 años trabajando en la revista Hola y tras su jubilación hace tres años, este periodista de raza se ha dedicado a la literatura. La prestigiosa editorial Huelga y Fierro apuesta por él .
Javier es periodista y ha trabajado los últimos veinticinco años en la revista ¡Hola!, en donde ha sido subdirector y director adjunto, así como en otros medios, coincidiendo con el periodo de la transición y la «apertura». Natural de Madrid, realizó sus primeros estudios con los jesuitas en el colegio de El Palo de Málaga. Obtuvo el título de periodista en la Escuela Oficial de Madrid, ingresando poco después en el diario Ya y en la agencia de noticias Logos, simultaneando estos trabajos con diversos puestos en la editorial Espejo (El europeo y Anuario del Gran Mundo), época en la que fue editor y jurado del Premio Sésamo de novela junto a García Hortelano y Alfonso Grosso. En el año 1972, su novela Martín Gris —bella y triste a un tiempo, como la calificó Grosso—, quedó finalista del Premio Café Gijón. Recientemente ha publicado en Planeta (MR) A mi marido lo asesinó en Paracuellos —La muerte de su padre durante la Guerra Civil narrada en primera persona por su madre—, con prólogo de Alfonso Ussia y epílogo de Antonio Burgos, y posteriormente un divertido libro de anécdotas —cerca de cincuenta—, en las que aparece fotografiado con los personajes más relevantes de la reciente historia del país. Ahora llega a las librerías una desconcertante novela, un thriller en el que se ven involucrados numerosos personajes de ficción que se mueven en los ambientes de la sociedad que tan bien conoce el autor.
TRÁGICAS APARIENCIAS es un thriller ambientado en los últimos cincuenta años de nuestro país, que profundiza en una serie de personajes —millonarios, actrices, modelos, aristócratas, periodistas y oportunistas— que aparecen en programas de televisión y páginas de papel couché, «mundillo» que Osborne conoce muy bien por su profesión y su origen, circunstancias que le dan una carga de verosimilitud —es una novela costumbrista con «influencias» mitológicas— tras haber trabajado el autor casi cincuenta años en el ambiente que narra, por lo que adquieren vida propia los personajes de ficción.