Es una celebración que se realiza el 2 de noviembre complementando al Día de Todos los Santos (celebrado el 1 de noviembre), cuyo objetivo es orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrenal y, especialmente, por aquellos que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.
La Misa fue presidida por el Arzobispo de Sevilla José Ángel Saiz Meneses en la solemnidad de todos los fieles difuntos. Debido a las inclemencias meteorológicas, la Eucaristía se trasladó de la explanada del cementerio a la capilla del tanatorio de la SE-30, bajo techo
La mayoría de los sevillanos aprovecharon el día festivo Día de Todos los Santos, para visitar a sus seres queridos, limpiar sus lápidas y depositar flores delante de las tumbas, tradición que se mantiene año tras año, especialmente por las personas de mayor edad. El día 2 de noviembre la imagen fue otra: puestos de flores con menos clientes de lo habitual y panteones vacíos. Ni rastro de los puestos de castañas, de cupones y las incesantes idas y venidas de mujeres con cubos de agua que frecuentan el cementerio en la jornada anterior. La lluvia no cesó en toda la mañana
Foto Antonio Rendón Domínguez