
Me quedé con ganas de escribir más sobre la exposición de SUSAN MEISELAS e ISABEL MUÑOZ que se celebra hasta el 28 de abril en la Fábrica de Artillería de Sevilla, pero no quería hacer un alegato feminista entonces. Tampoco lo quiero hacer ahora y máxime en unos tiempos en que se cuestionan los géneros y trangéneros. Tampoco escribir sobre un asunto que ellas dos han tratado en esta ocasión desde el punto de vista de todas las violencias que han padecido –y padecen- una gran parte de la humanidad por tantas causas (económicas, raciales, injusticias, errores médicos o judiciales, la que se ejerce con los minusválidos, ingenuos, etc.), allá donde seres humanos se reúnan.
Por otra parte, esto no es una cuestión que afecta sólo a las mujeres, salvo cuando se trata de feminicidios, y ahora sí que es uno de los más graves aspectos de la crueldad, entre otras cosas porque no se realiza ante cámaras, ante cada casa o lugar donde se ejerce. Forma parte de la Cultura de la Violencia, de la individual y no colectiva como son las guerras.
Esta, se ha desarrollado durante siglos en cualquier país del mundo, sea africano, europeo, oriental, americano, …, allá donde cualquier macho –en este caso- se imponga a su pareja -en este caso también- mujer. Pasa que esta violencia alcanza a niños, inclusive bebés. Pasa que se da entre hombres entre sí. Pasa que se da entre homosexuales de ambos géneros. Pasa entre heteros, bi, transexuales, cualquiera de las categorías en que se pueden diferenciar estos aspectos fisio-psicológicos congénitos o adquiridos. Pasa en los conflictos en los que se asesina, amputa, impone el terror.
A veces he calificado la “violencia de género”, como “terrorismo doméstico”, porque a veces se lleva en la intimidad y raramente se expone por razones obvias: social, policial, sanitaria o judicial, y en aquellos casos que se hace en público, obedece a una ejecución que no tiene justificación alguna como la lapidación por infidelidad, cuando además no ha sido cierta.
Desde las pinturas rupestres, los relieves asirios, las culturas prehispánicas, … es bien sabido que la violencia existe, que jóvenes y adolescentes (de ambos sexos pero preferible vírgenes), eran sacrificadas a dioses que saciaban los sadismos ¿ancestrales?, una sed de sangre como si la violencia formara parte de sus culturas.
Esto va a ser –lo es- un tema complicado, porque las guerras, la supremacía, el poder, la discrepancia radical y tantas otras cuestiones relacionadas con la violencia, forma parte de esa parte visceral, animal o transmitida entre los diferentes grupos humanos, de la irracionalidad, porque no obedece a la razón, pero forma parte del sustrato más remotamente antiguo del ente humano, algo que se ha hecho cotidiano y no sólo por los que gobiernan en el mundo, sino por cada individuo que de algún modo abusa de otro.
Ahora bien, la violencia concreta contra las mujeres es algo que se ha venido haciendo cada vez que se le ha ordenado silencio, cada ocasión que su opinión es denegada o sometida a burla, cada vez que se le critica por su modo de ser, de vestir, su libertad u opiniones.
No es una cuestión como dije exclusivamente femenina, pero por cada vez que una pareja masculina insulta, denigra, abochorna en privado o en público, le niega sistemáticamente, o peor, le pega, pellizca, clava elementos punzantes, malhiere o asesina, se está produciendo un delito donde el culpable no sólo es el hombre, sino la sociedad que lo tolera.
Habría que distinguir lo que se considera abuso, maltrato, vejación, trauma –que puede ser además transmitido entre los herederos seculares del odio y a los que se les ha inoculado como una memoria de las moléculas del cuerpo, y por supuesto, habría que diferenciar todos los tipos de violencia desde la esclavitud hasta la esquilmación de especies animales o vegetales, los malos tratos a la Naturaleza, a la atmósfera, al agua, al aire que respiramos.
La DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS, debería insistir en esto, en el respeto al otro, al diferente, en respetar ese Tratado Universal de obligado cumplimiento en todo el Planeta. Que una tribu tenga sus rituales, que se sigan produciendo hoy todas las violencias incluida la machista, no va a justificar jamás nada. Para eso deberíamos estar educados en la NO VIOLENCIA y formados en los valores positivos que también posee y muchos, la humanidad: el perdón, el agradecimiento, el arrepentimiento sin connotaciones ni imposiciones religiosas, sino salidas de la profundidad de nuestro ser, donde se haya la ética, la bondad y la belleza.
Escribo esto y me parece que soy una utópica, muy próxima a la fantasía, a un buenismo que incluso no se creería sincero porque son miles de años los que lleva nuestra especie de homínidos hasta hoy sin cambiar esa mentalidad, esa animalidad no controlada, alimentada por la transmisión del rencor y por eso va a ser muy difícil, pero no imposible. Ante esto sólo cabe la denuncia, la esperanza, o arrasar con todo y hacer tabla rasa, empezar de nuevo como otra especie distinta, que no repita estos valores. La amenaza de una posible Guerra Mundial, como si no hubiesen bastantes en el mundo, el miedo,…,…,…
La FOTOGRAFÍA como la que ISABEL MUÑOZ y SUSAN MEISELAS, sirve hoy que se celebra el Día de la Mujer, para reivindicar, comprometernos, fomentar el activismo, visibilizar a las invisibles (y a los invisibles).
TERESA LAFITA El Pie de foto: PABLO FERRAND y T.L. ante una foto de ISABEL MUÑOZ. FOTO: T.L.
